Desde la fase de concurso el equipo de Coco Arquitectos entendió que la solución de un edificio en este lugar tenía su primer compromiso con la topografía. Como resultado se propuso disponer el edificio paralelo a la pendiente y restituir el plano formado por las alineaciones de las cuatro calles perimetrales construyendo una planta baja ajardinada. La respuesta, en un contexto periférico de grandes vías de comunicación, autopistas de borde de la ciudad que termina, polígonos de servicios y centros comerciales suburbanos, se adapta al lenguaje de la cinética del lugar, adoptando un perfil inclinado.
En planta la edificación toma la forma de una cinta estrecha, de apenas 6,80 metros de crujía, que se extiende por todo el perímetro del solar hasta cerrarse sobre sí misma. En su interior se define un amplio espacio libre -jardín- que socializa el resultado y llena de luz y de vida al edificio. Su posición, sobre la alineación del amplio solar, genera una presencia urbana con envergadura suficiente como para enfrentarse a la autopista M-40, a la que hace frente; a la vez que respeta ciertas contingencias urbanas, separándose de las alineaciones con las calles más estrechas mientras que consolida los frentes con las dos avenidas. El volumen se retira sobre la orientación este y deja una franja del solar sin excavar, cediendo el suelo a un jardín arbolado que alivia la proporción de la calle y tamiza la relación de las viviendas con la ciudad.