La energía solar es aprovechada en dos vertientes que se han dado a conocer como energía solar fotovoltaica y energía solar térmica.
La primera aplica una tecnología destinada a convertir directamente la radiación solar en electricidad. La energía solar fotovoltaica puede emplearse para consumo aislado, siendo competitiva para electrificar emplazamientos relativamente alejados de las líneas eléctricas como viviendas rurales, bombeo de agua, señalización, alumbrado público, equipos de emergencia, etc. Otra modalidad de la energía solar fotovoltaica es la producida por instalaciones destinadas a conexión a red. Se materializa en los llamados campos de colectores o “huertos solares”.
La denominada energía solar térmica utiliza la radiación solar para calentar un fluido (agua o aceite), que a su vez puede alimentar equipos de producción de calor o de frío mediante sistemas como los de absorción o adsorción. Los sistemas de captación solar térmica pueden ser de alta (T> 200 ºC), media (200 ºC<T< 100 ºC) o baja temperatura (T< 100 ºC). Los más utilizados en la edificación son éstos últimos.