PROYECTO | Bodegas Tritium, La Rioja. Carlos Martínez Interiors

Fotografía: Javier Márquez
Fotografía: Javier Márquez

El proyecto arquitectónico de las bodegas Tritium en La Rioja, ejecutado por Carlos Martínez Interiors, al igual que su vino, es una obra de contrastes que equilibra lo antiguo y lo moderno. Ubicada en el casco histórico de Cenicero, la renovación de este espacio combina la restauración de un edificio del siglo XV con la construcción de una nueva estructura cuya fachada, realizada en madera carbonizada, evoca la forma de un barril, rindiendo homenaje a la tradición vinícola.

Las claves del proyecto de Carlos Martínez Interiors

La intervención busca complementar el edificio original mediante la recuperación de un calado subterráneo y la creación de nuevos espacios, como una recepción y una sala polivalente que puede funcionar como comedor, sala de catas o área de formación. La estética del nuevo volumen se define por materiales como roble teñido, acero negro y pino quemado, que no solo resaltan los elementos históricos de piedra, sino que también aseguran la durabilidad del espacio y la correcta conservación del vino.

Fotografía: Javier Márquez
Fotografía: Javier Márquez

Un calado subterráneo renovado con diseño innovador

El calado subterráneo, de 36 metros de largo y ubicado a 7 metros de profundidad, renace con un diseño que utiliza puertas de cristal gris fumé y estructura metálica. La iluminación juega un papel crucial, revelando gradualmente las diferentes áreas de este entorno: almacenamiento de barricas, zona de catas y el cementerio de botellas.

Optimización del espacio y circulación en la nueva arquitectura

La nueva arquitectura también optimiza la circulación del espacio. Desde la recepción, los visitantes acceden al calado a través de una zona de transición que conecta con el área de producción, donde, tras un cerramiento acristalado, se pueden observar los depósitos de uva prensada de acero, hormigón y cerámica. El recorrido continúa por un espacio de doble altura con acceso al viejo calado, flanqueado por una escalera de madera que conduce a la primera planta, donde se encuentran la sala de catas, un despacho, cocina, baños y la sala polivalente. En la planta baja, el recorrido concluye en la antigua entrada, transformada ahora en un punto de venta y salida.

Este proyecto no solo ofrece un homenaje a la historia, sino que también propone una fusión innovadora que mejora la experiencia tanto de los visitantes como de los trabajadores de la bodega.

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