Formado por cinco volúmenes enlazados, recuerdan tanto a la flor del té como a cinco tazas. Cada uno de estos volúmenes tiene diferente diámetro y altura variable, generando un complejo suave y fluido, capaz de dialogar con el territorio. Las formas de estos son cilindros, en los que un corte a través de un plano inclinado transforma la sección. Esta geometría única se completa con una suave curva en la parte superior de los cilindros generando un jardín en cubierta.
Los cinco espacios se miran a través de los planos inclinados de cristal, percibiéndose como un solo conjunto que incluye edificios, galerías y jardines interiores, convirtiéndose estos en la “sala central” del hotel.
Los cinco edificios-tazas de té están conectados por una galería o corredor de cristal simbolizando la rama de la flor del té. Los volúmenes nacen del terreno como si fueran plantas que emergen de la tierra. A fin de integrar arquitectura y territorio, el terreno se transforma mediante una suave topografía que se ondula recordando las colinas de Hangzhou. Esta nueva planimetría construye un rico jardín en el cual se incluyen zonas de paseo, área de piscina, un pequeño embarcadero y entradas de personas y coches.
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