El 24 de septiembre del pasado año se inauguraba el Hotel Barceló Raval. Su particular estructura oval y su cuidado diseño interior deben simbolizar la transformación urbanística y económica de una zona importante de la ciudad, que sin embargo ha sufrido un gran deterioro hasta convertirse casi en marginal, aun siendo un enclave estratégico para el turismo de Barcelona. La cadena hotelera ha destinado 35 millones de euros para la construcción del edificio, su cuarto establecimiento en la Ciudad Condal. Para su creación los arquitectos del Grupo Barceló, Josep María Blanco y T. Cursach, contaron con la colaboración del estudio mallorquín CMV Arquitectes, que hicieron posible el diseño original planteado por Pere Puig en 2002. La estructura oval del singular hotel se desarrolla en diez plantas más la planta baja, todas ellas en torno a un núcleo de hormigón, una columna vertebral central que soporta las plantas haciéndolas diáfanas para dar cabida a habitaciones sin barreras, y pudiendo en un futuro modificarlas. La orientación de la elipse ha sido fundamental en su diseño, respondiendo sus ejes a los puntos cardinales, de la misma forma en que lo es desde el exterior, haciendo que el edificio cambie constantemente según el punto de vista.
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