En 2002, planteadas las bases del concurso, se buscaba para el proyecto un edificio de 3.000 metros cuadrados. Sin embargo la propuesta presentada por Ocaña, manteniendo los costes establecidos para la obra, amplía el necesario espacio estipulado de 40 metros cuadrados para cada usuario al triple, contando con el espacio verde disponible. Esta propuesta tenía el nombre de Shangri-La, como la ciudad de la que habla James Hilton en su novela Horizontes Perdidos, de 1933: un lugar de paisajes maravillosos y donde el tiempo se detenía en un ambiente de paz y frescura. En total, el proyecto ha generado un edificio de 6.000 metros cuadrados construidos más otros 6.000 de jardines. La idea a la que se recurre busca generar un centro más pensado en el futuro, atendiendo al paulatino crecimiento de edad de la sociedad actual: la mitad de la población del Sur de Europa, España incluida, pronto tendrá más de 65 años, y para ellos habrá que repensar el concepto de espacio que se les ha destinado hasta ahora, partiendo de premisas como la movilidad, la capacidad de comprensión o las enfermedades relacionadas con la edad. Además, las personas mayores contarán con mayores ingresos, niveles culturales superiores a los de las generaciones actuales y mayor concienciación sobre la vejez, un problema contemporáneo cada vez más importante para nuestra sociedad.
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