¿La Arquitectura ha de ser seria o divertida?
Es una profesión muy seria que divierte mucho a quien la hace. Yo me lo paso bomba. Pero sobre todo, más que seria o divertida, ha de ser buena. Esto si va en serio.
Escribe en periódicos, aparece en televisión, edita libros… ¿Se podría definir como un arquitecto-showman?
Philippe Starck se paseaba con una nariz de payaso para llamar la atención de la gente y así poder lanzar sus mensajes y convencerlos. Yo no soy tan atrevido, pero no pierdo ocasión de comunicarme con la gente, y de promover lo que considero una buena nueva: un diseño social e innovador a la vez. Y para este cometido todo sirve: un libro, una exposición, un hotel, el FAD, una conferencia, dar clases o contestar esta entrevista.
Miremos por donde miremos, su nombre aparece siempre ligado a la palabra “Diseño”. ¿Por pasión, por vocación, o simplemente por ligar algo?
En los años 80 reconozco que me puse las botas con el cuento del diseño, pero no solo yo, sino toda la fauna creativa del momento, el diseño estaba asociado a cierto glamour y era una disciplina refrescante y excitante.
Respecto a la pasión: durante muchos años fue mi palabra favorita, hoy veo los estragos del apasionamiento desmesurado y su consiguiente sufrimiento.
Y en cuanto a la vocación, nunca he creído en ella. Primero quise ser inventor, luego misionero, me “echaron” de la escuela Massana y me recomendaron hacer Arquitectura. Y en realidad me hubiese gustado ser cantante de rock, aunque tal vez cantautor. Sigo dando tumbos, me interesa todo, ahora bien, nada como haber descubierto la aspirina, por ejemplo. A fi n de cuentas hacer edificios o sillas no tiene mucha importancia en esta vida.
