Diseñar, escribir, pintar o esculpir son ramas del árbol del arte pero, ¿cómo se compagina tanta actividad?
Se compagina mal, sobre todo ahora que tengo niños pequeños. Quizá lo único que intento es no tener nunca dos tareas pendientes encima de la mesa. Cuando llegan me las intento sacar de encima cuanto antes porque si no, tengo dos trabajos: hacerla y acordarme de que tengo que hacerla. No me gusta dejar trabajos por hacer, y la verdad es que tampoco tengo una agenda muy apretada, va un poco a golpes. Cuando me baja un poco el trabajo de una cosa me dedico más a otra, y no hay mucho más secreto que saber compaginarlo todo.
Trabajos suyos son, por ejemplo, el Auditorio Alfredo Krauss de Las Palmas o la remodelación del Palau de la Música en Barcelona. En definitiva, es el artista de algunas importantes sedes del arte en nuestro país. Suena irónico, ¿no? ¿Qué tienen de especial este tipo de proyectos en sus manos?
Lo que es curioso es que no haya hecho más. He estado haciendo mucha vivienda, que casi ningún arquitecto de los más importantes del mundo está haciendo, y en cambio, nunca he hecho un museo, por ejemplo. Evidentemente, estos son proyectos agradecidos porque el margen de libertad es mucho mayor. En el Palau de la Música aún había condicionantes más definidos, sobre todo por el respeto enorme por la arquitectura de Domènech i Montaner, pero el Auditorio de Las Palmas, por ejemplo, dejaba un interesante margen de decisiones, su ubicación junto al mar, etc. Muy difícilmente un edificio de viviendas en medio de una ciudad deja esta libertad, aunque me gusta continuar haciendo estos trabajos.