Hace mucho tiempo que la habitual fachada de fábrica de ladrillo, hormigón, piedra o cualquier otro sistema o material ‘pesado’ tradicional conviven con el metal y el vidrio en la arquitectura y la construcción. Cuando hablamos de la envolvente metálica del edificio nos referimos a todos aquellos sistemas de fachada que proporcionan un acabado metálico a la construcción, sea cual sea dicho sistema.
El desarrollo de este tipo de envolvente ha traído esencialmente tres ventajas: En primer lugar, el empleo de estas soluciones ha permitido aligerar las fachadas y su carga estructural. Muy ligado a esto, la construcción de fachadas metálicas ha favorecido el tamaño de las ventanas y espacios vidriados, permitiendo la mayor entrada de luz al interior del edificio. Además, se ha propiciado la utilización de elementos y sistemas industrializados, menos intensivos en mano de obra y que proporcionan una instalación más rápida, sencilla y con menos errores de ejecución. El ahorro de costes era y es un aspecto fundamental en todo proyecto, por lo que estas soluciones se han consolidadocomo el mejor recurso a la hora de realizar fachadas para todo tipo de edificios, reuniendo los mayores estándares de calidad y, además, consiguiendo un acabado de calidad.