Las construcciones que disfrutan de un cerramiento ligero a base de muro cortina participan de un notable aumento de la luminosidad del espacio interior, alcanzando valores del 90%, y de una ligereza notable compatible con la principal funcionalidad de la envolvente como piel protectora, resistente a los agentes atmosféricos y ahora también captora de energía. Concretamente, el vidrio destaca por su especial relación con la luz, desde la máxima reflexión del espejo hasta la total transparencia. En cuanto a la ligereza, el aluminio, como parte fundamental de la estructura de apoyo, pesa tres veces menos que el hierro, permitiendo una reducción de los espesores de los perfiles, con el consecuente ahorro de masa.
Estéticamente, la fachada ligera constituida por muros cortina, esto es, mediante una piel continua que no se interrumpe al paso de los forjados, permite diseños y acabados superficiales muy elaborados e innovadores.
Estos motivos son los que han propiciado que el diseño de los muros cortina, en sus orígenes como solución a unas necesidades muy concretas, y presentes únicamente en edificios singulares, se haya extendido de tal forma que constituyan un elemento común del paisaje urbano de las ciudades.