La frontera entre un parquet de madera y un suelo laminado con efecto madera es técnica y estructuralmente amplia y clara. Sin embargo, visualmente, es preciso acercarse mucho o tocar su superficie para diferenciarlos con absoluta seguridad.
Teniendo en cuenta la normativa europea al uso, un pavimento de madera es aquel que nos muestra a la vista una superficie de madera noble de al menos 2,5 milímetros de espesor. Bajo esta capa, la estructura de las lamas puede resolverse de muchas formas. Así pues, éste es el único requisito inherente a un parquet de madera. Ni siquiera las tarimas rechapadas con 0,5 ó 0,6 mm. de madera natural son comercializables en el mercado como “parquet”, según la norma.
Respecto al laminado, su definición y estructura también quedan claramente delimitadas. En su capa superior, el suelo laminado incorpora un revestimiento plástico, que puede ser de diversos tipos, aunque habitualmente se trata de un estratificado plástico, antiguamente conocido como “formica”. Este revestimiento es, en esencia, un “papel kraft” impregnado en resinas termoendurecibles, de espesor variable, según las capas o folios que se superpongan. Pues bien, sobre este revestimiento se coloca una fotografía de un producto cualquiera, imitando materiales y texturas, como piedra, mármol, cerámica, cuero, madera, etc.