Según datos del Informe de Desarrollo Urbano de la ONU, la tasa de crecimiento urbano es tres veces superior al de las zonas rurales, de lo que se deduce que la ciudad es el habitáculo más importante de la humanidad. En Europa, el 80% de la población vive en zonas urbanas.
Dada esta situación, es responsabilidad de los proyectistas el tratar de optimizar el uso de la energía, minimizar el impacto sobre el medio ambiente e incentivar el bienestar de sus habitantes, y es en este contexto donde surgen las cubiertas ecológicas. Se trata de un sistema de impermeabilización y aislamiento de cubiertas de edificios, combinado con una superficie vegetal ligera y “autosuficiente”.
Frente a las cubiertas ajardinadas, las cubiertas ecológicas tienen diversas particularidades positivas, entre ellas que necesitan un mínimo mantenimiento; permiten disponer de especies vegetales muy resistentes de peso menor (300 kg/m² frente a los 1.000 kg/m² de una cubierta ajardinada).
Pero, además, la cubierta ajardinada, para ser considerada como ecológica, debe asegurar el estar diseñada y ejecutada con materiales reciclables y no contaminantes, y contribuir a una edificación sostenible de bajo impacto ambiental.