“No porque seas rico puedes permitirte despilfarrar materiales. Y no porque seas pobre debes renunciar a crear obras de calidad», con estas palabras de Diébédo Francis Kéré, se puede resumir toda la trayectoria de este arquitecto que tanto ha luchado por el pueblo y que finalmente a sus 56 años ha sido reconocido con el Premio Pritzker de Arquitectura gracias a su lucha por “empoderar y transformar comunidades a través de la arquitectura”.
Kéré, arquitecto, educador, activista social, nacido en Burkina Faso, es el primer arquitecto negro en obtener este premio. En su día a día trabaja, principalmente, en áreas cargadas de limitaciones y adversidades, valiéndose de materiales locales para llevar a cabo instalaciones contemporáneas buscando el futuro para comunidades enteras. Además, es conocido también por impulsar proyectos sostenibles que mejoran su comunidad.
“Francis Kéré es una arquitectura pionera, sostenible para la tierra y sus habitantes, en tierras de extrema escasez. Es a la vez arquitecto y servidor, mejorando las vidas y experiencias de innumerables ciudadanos en una región del mundo a veces olvidada”, comenta Tom Pritzker, presidente de The Hyatt Foundation. “A través de edificios que demuestran belleza, modestia, audacia e invención, y por la integridad de su arquitectura y gesto, Kéré defiende con gracia la misión de este Premio”.
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ToggleLa trayectoria de Diébédo Francis Kéré
Hijo primogénito del jefe de un poblado en Gando (Burkina Faso) sus padres lucharon para que fuera educado, algo que él odió. Con siete años dejó de jugar con sus hermanos y llevar agua a caminar solo 20 kilómetros diarios para aprender a leer y escribir en la escuela de Tenkodogo. Un lugar que le marcó, pues construido con bloques de hormigón y muy mal ventilado, Kéré todavía recuerda el calor que pasó en ese edificio.
Años después fue becado para convertirse en carpintero en Berlín, y con ese recuerdo en la memoria, prolongó sus estudios para finalmente convertirse en arquitecto en 2004, siempre con una idea en su cabeza, ofrecer una oportunidad a los hijos de sus amigos, y que pasaran menos calor.
En la época en la que estuvo estudiando arquitectura en Berlín se convirtió en promotor, lo que le permitió reunir el dinero para levantar la Escuela Primaria de Gando. Ventilada. Los propios habitantes del pueblo serían los encargados de llevarla a cabo, los hombres harían el barro y ladrillos y las mujeres alisarían el suelo. Y, para lograr el objetivo que más le preocupaba, la cubierta quedaría elevada sobre el muro para permitir que el aire circulara y evitar el calor. Sin electricidad ni agua caliente, en 2001 Gando tenía su escuela.
Este proyecto sentó las bases de lo que sería la trayectoria de Diébédo Francis Kéré: construir con y para una comunidad que satisfaga una necesidad esencial y de esta manera eliminar las desigualdades sociales.
“Crecí en una comunidad donde no había jardín de infantes, pero donde la comunidad era tu familia. Todo el mundo te cuidaba y todo el pueblo era tu patio de recreo. Mis días estaban llenos de asegurar comida y agua, pero también simplemente estar juntos, hablar juntos, construir casas juntos. Recuerdo el cuarto donde mi abuela se sentaba y contaba historias con un poco de luz, mientras nos acurrucábamos uno al lado del otro y su voz dentro del cuarto nos envolvía, convocándonos a acercarnos y formar un lugar seguro. Este fue mi primer sentido de la arquitectura”, vivencias que desde luego marcaron lo que sería su visión de la arquitectura.
El éxito de la Escuela Primaria Gando le otorgó el Premio Aga Khan de Arquitectura en 2004, e hizo que estableciera su estudio Kéré Architecture, en Berlín en 2005. Tras esto se volcó en la realización de instalaciones de primera necesidad en Burkina Faso, Mozambique, Kenia, Uganda… ofreciendo educación académica y tratamiento médico, así como proporcionando oportunidades de trabajo duraderas para adultos, ofreciendo un futuro a comunidades enteras.
Tal y como menciona el Jurado de 2022, en parte, “él sabe, desde adentro, que la arquitectura no se trata del objeto sino del objetivo; no el producto, sino el proceso. Toda la obra de Francis Kéré nos muestra el poder de la materialidad arraigada en el lugar. Sus edificios, para y con las comunidades, son directamente de esas comunidades, en su construcción, sus materiales, sus programas y sus caracteres únicos”.
Obras destacadas Diébédo Francis Kéré
Algunas de sus obras más destacadas, además de la Escuela de Gando, son:
Centro de salud y promoción social, Laongo, Burkina Faso (2014): con este proyecto se buscaba mejorar la atención sanitaria básica para la población local. Cuenta con las instalaciones necesarias para ofrecer asistencia durante algunos días y trasladar a los pacientes más grave al hospital más cercano. Para ofrecer un ambiente agradable, el edificio se diseña con dos grandes patios para uso común de pacientes y familiares. El conjunto cuenta con un cerramiento permeable con diferentes huecos que ofrecen al paciente diferentes enfoques del paisaje.
Escuela secundaria Lycée Schorge, Kougoudou, Burkina Faso (2016): la característica más destacable de esta obra es su capacidad de servir como fuente de inspiración ya que se han utilizado en su construcción materiales de origen local de una manera innovadora y moderna. Para ayudar a ventilar e iluminar los nueve módulos de los que está compuesta esta escuela, se ha creado un masivo techo ondulado, de yeso y componente de hormigón ligeramente separados que permite que el espacio interior respire y expulse el aire caliente estancado. Además, el color blanco del techo proporciona una amplia iluminación durante el día.
Pabellón Serpentine Gallery, Londres (2017): como en la mayoría de sus obras, en este pabellón, Gando sirve de inspiración adaptando el árbol que sirve de punto de encuentro central de la vida. Con este pabellón se busca conectar al visitante con la naturaleza. Se crea un techo expansivo que se soporta por un marco de acero central, hace que el aire circule libremente a la vez que proporciona cobijo para la lluvia de Londres o el calor del verano.
Centro quirúrgico y centro de salud, Léo, Burkina Faso (2017): con la pretensión de atender a cerca de 50.000 personas, se ha creado un centro con 10 módulos de iguales dimensiones y especificaciones, lo que ha servido para reducir costes y simplificar el proceso de construcción. La colocación de estos módulos al lado de un corredor exterior central hace que se crean una gran variedad de espacios intersticiales. La estructura con la que se componen los módulos permite aspirar el aire caliente a través de las aperturas entre módulos y el techo metálico, haciendo que circule, de manera natural, el aire fresco, a través de las ventanas operables.
Pabellón Sarbalé Ké para el festival Coachela, California (2019): inspirado en África, especialmente en los troncos de los baobabs y en su significado para la gente de su tierra, se crea un colorido pabellón con 12 torres de diferentes alturas. Estas torres crean un espacio para que los visitantes fluyan a través de los troncos desde todas las direcciones o permanezcan bajo su protección.
Instituto de Tecnología en Koudougou, Burkina Faso (2021): El conjunto de 2.100 metros cuadrados se diseñó con la utilización de un sistema de módulos repetidos que acogen aulas y funciones auxiliares. Los módulos están escalonados, lo que permite que el aire fluya a través del vacío central, creando un espacio fresco donde los estudiantes pueden relajarse e interactuar. Su materialización con arcilla local y hormigón, permiten aprovechar las propiedades de la arcilla para enfriar los interiores hace que junto con los huecos en las paredes y el perfil de la cubierta liberan el aire caliente a través del efecto chimenea.
En definitiva, como indican desde el jurado del premio Pritzker Francis Kéré ha encontrado formas brillantes, inspiradoras y revolucionarias de responder a estas preguntas en las últimas décadas. Su sensibilidad cultural no solo entrega justicia social y ambiental, sino que guía todo su proceso, en la conciencia de que es el camino hacia la legitimidad de un edificio en una comunidad. Sabe, desde dentro, que la arquitectura no se trata del objeto sino del objetivo; no el producto, sino el proceso.