Aunque parezca una realidad distópica, en pleno siglo XXI la guerra sigue estando presente en casi todo el mundo, siendo en este último mes la gran protagonista de todas las noticias diarias. Con la guerra de Ucrania-Rusia, estamos viviendo una destrucción sin sentido donde los daños personales causan un vacío insalvable.
Como en todas las guerras, se busca causar el máximo daño posible, borrar la identidad de un pueblo para que sea más fácil su conquista. En este sentido, la destrucción del patrimonio cultural es una táctica de guerra muy habitual, pues ¿qué hay mejor para minar la resistencia de los habitantes que la destrucción de su propia historia, de su memoria?
Lo que se llevó la guerra
No se destruyen solo materiales apilados, sino que se pierden siglos y siglos de historias, tradición…, parte material e inmaterial de los pueblos. Heridas abiertas que reflejan las malas decisiones que seguimos tomando los seres humanos. Luchas entre nosotros mismos que lo único que crean son pérdidas irreparables.
En algunos casos, el clamor popular ha sido más fuerte y se han conseguido restaurar o reconstruir estos hitos históricos. Conozcamos en la siguiente lista algunos de los monumentos:
Palmira, Siria: a 250 km de Damasco, esta ciudad deslumbró en el siglo III bajo el reinado de Zenobia. Sus avenidas repletas de columnatas y templos fueron dignas de admirar gracias a su belleza y mantenimiento hasta 2015 cuando el Estado Islámico decidió llevar a cabo su destrucción empezando con el templo de Baal Shamin, de 1.900 años de antigüedad y posiblemente uno de los mejor conservados. También derribaron el Templo de Bel y el Arco del Triunfo, una puerta de entrada a la ciudad con más de 2.000 años. En 2016 se recuperó la ciudad y, por suerte, se pudo observar que Palmira está menos dañada de que se imaginaba, permaneciendo muchas partes antiguas aún en pie.
Alepo, Siria: otra de las ciudades que sufrió grandes daños, un Patrimonio de la Humanidad, de construcción en el siglo XII, está gravemente dañado por las bombas de la guerra siria. Zonas como el zoco de Al-Medina y la Gran Mezquita, han sido las peor paradas siendo destruidas o parcialmente dañadas. Una pérdida de historia de la humanidad que debería preocuparnos a todos.
Gran Mezquita de Samarra, Irak: a 120 km al norte de Bagdad, data del siglo noveno, construida por el califa abasí Al-Mutawakkil siendo la mezquita más grande del mundo durante unos 400 años. En 1278fue destruida por los ejércitos del dirigente mongol Hulagu Khan durante la invasión de Irak. En ese momento solo sobrevivieron las paredes exteriores y el imponente minarete de 52 metros de altura. Este minarete, denominado torre Malwiya, tiene forma de gran cono espiral de 52 metros de altura y 33 metros de ancho en su base. Una estructura de gran belleza que en 2005 fue parcialmente destruida cuando fue bombardeada debido a que las tropas estadounidenses la habían estado usando como observatorio.
Reichstag, Alemania: un símbolo de los vaivenes del siglo XX, fue afectado por las llamas en 1933, cuatro semanas después de que Hitler fuera nombrado canciller del Reich. Posteriormente, la segunda guerra mundial hizo que fuera un edificio casi abandonado, pasando desde fábrica hasta hospital militar. En 1945 fue el objetivo primordial para el Ejército Rojo, marcando su conquista un antes y un después. En 1961, ya casi en ruinas, se llevó a cabo una restauración parcial. Pero fue Norman Foster quien en 1995 le devolvió su original esplendor con la reforma que hoy podemos disfrutar si visitamos Berlín.
Royal Opera House, Malta: la Lufwaffe alemana también causó estragos en este magnífico edificio del arquitecto Edward Barry, el más ejemplar del patrimonio neoclásico de este país. Actualmente permanecen en pie algunas columnas y una pequeña terraza que vislumbran un pasado de esplendor que hoy solo podemos imaginar.
Catedral de St. Michael, Inglaterra: también la Luffwaffe fue culpable de la desolación de medio Reino Unido y todo Londres entre 1940 y 1941, y como otros tantos edificios esta catedral fue gravemente dañada. Durante décadas parte de su ruina fue exhibida antes de levantar una nueva catedral junto a ella. Fue una maniobra nazi, el Blitz que aún hoy se sigue recordando con dolor.
Gernika, España: aquel fatídico 26 de abril de 1937, siguiendo un experimento militar a gran escala, la ciudad de Gernika fue bombardeada en más del 85%. Un acto atroz, donde se buscaba la destrucción del Puente de Rentería, con el objetivo de detener el paso de las tropas vascas a Bilbao, así como desmoralizar a las tropas y a la población y conseguir la caída del Frente Norte. Picasso inmortalizó este conflicto y destrucción en uno de los mejores cuadros jamás pintados.
Colonia, Alemania: en marzo de 1945 las fuerzas aliadas se hicieron con la ciudad de Colonia, quienes dejaron el centro completamente arrasado. Sobrevivió, con grandes daños, su imponente catedral. Y, puede decirse que fue lo único pues del resto no quedó nada en pie. Años después comenzó su reconstrucción, llegando a nuestros días una Colonia moderna, funcional y acogedora que se ha recompuesto de sus heridas, aunque queda en el recuerdo esta historia tan trágica.
Centro histórico de Varsovia, Polonia: con daños desde 1939 por la invasión nazi, fue en 1944 cuando el centro de Varsovia fue totalmente bombardeado por su alzamiento. Un panorama medieval, rico en historia que quedo totalmente devastado, símbolos tan destacados como su famoso Castillo Real. Entre 1950 y 1980 se produjo un proceso de reconstrucción replicando su arquitectura. Consiguiendo en 1980, gracias a un arduo trabajo, ser nombrada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad por su “ejemplo extraordinario de reconstrucción total de un periodo de la historia que abarca de los siglos XIII a XX”.
Budas de Bāmiyān, Afganistán: todavía queda en nuestra memoria grabada estas colosales estatuas de Buda de 55 y 37 metros en el acantilado del valle de Bāmiyān que aguantaron cerca de 1.500 años hasta que se cruzaron en su camino los soldados talibanes quienes en marzo de 2001 las bombardearon ya que para la autoridad islamista talibán representaban ídolos paganos contrarios al Corán. Una pérdida dolorosa e irreparable.
Catedral de Cristo Salvador, Moscú: Iósif Stalin y su doctrina ateística fueron los responsables de que en 1931 se llevara a cabo la demolición de este edificio. En 1995 el gobierno de Moscú mandó reconstruirla en su totalidad con el apoyo de la iniciativa privada, siguiendo el modelo de la original. Concluida en el año 2000 es la obra más grande de la Iglesia Ortodoxa.
Estos son solo algunos ejemplos de las pérdidas que el patrimonio arquitectónico mundial ha sufrido por culpa de los conflictos que se han ido concatenando a lo largo de la historia. Conflictos sin sentido que además de los daños y pérdidas humanas, intentan borrar la historia de un pueblo.