La urbanización está estrechamente vinculada al desarrollo económico y al desarrollo tecnológico. El crecimiento urbano ocurrido durante el siglo XX es un hecho que, junto a innegables aspectos positivos relacionados especialmente con la economía y el bienestar de la población, ha acentuado también algunos problemas ambientales que si bien estaban ya presentes en ciertas grandes aglomeraciones urbanas en siglos anteriores, al extenderse por todo el planeta han producido un salto de escala hasta alcanzar un nivel global.
Los efectos negativos de las ciudades grandes y pequeñas sobre el medio ambiente han estado tradicionalmente vinculados a la ocupación de suelos fértiles, la contaminación de suelos y acuíferos, la deforestación, la contaminación del aire… la degradación, en suma, de buena parte de los elementos naturales que circundaban las ciudades.
El desarrollo económico acelerado del último siglo está relacionado con un mayor uso de los recursos naturales para su utilización por unos sistemas de producción cada vez más eficientes, y se produce al mismo tiempo que un espectacular incremento de la población mundial, particularmente de la urbana.