La Iglesia de Santa Mónica, constituida en 1995, se reunía en un bajo de un centro comercial Jesús Catalá, inauguró junto a sus usuarios en Noviembre de 2008. Las dificultades económicas y urbanísticas, en Rivas Vaciamadrid hasta 2008. Tras cinco años de espera y algunas dudas, se ponía fin a la construcción de la nueva parroquia. La primera piedra del singular edificio se puso el 28 de mayo de 2003, en un solar cedido por la familia Corsini para el levantamiento de este edificio, entre las calles de la Libertad y la Integración, aunque el Plan del Ayuntamiento no contemplaba allí este tipo de edificio. La obra, con un coste de 1,8 millones de euros, fue financiada entre los donativos de los feligreses y el Obispado de Alcalá de Henares, cuyo máximo responsable, se fueron resolviendo paulatinamente: las primeras, mediante las donaciones de los feligreses que apostaron por su templo; las segundas, con la consecución de la licencia de obra tras seis años de esfuerzos. Aunque inicialmente el equipo de arquitectura pensó en una iglesia con el altar en el centro y la congregación sentada alrededor, el obispo quería una idea más tradicional, situando el altar en la cabeza de la iglesia y un retablo detrás. Tras varias aproximaciones Planta Baja (arriba) y Primera (abajo) y dos propuestas anteriores que no terminarían de cuajar, el proyecto se organizó en torno al retablo, lleno de luz, ajustando el edificio a las necesidades de la parroquia. Dice la memoria al respecto que “las dos primeras propuestas fueron rechazadas, y es una pena. Pensamos que desde el punto de vista de la adecuación a las normas litúrgicas del Vaticano II eran mucho más interesantes. El primer proyecto, muy pensado y trabajado, nos parece quizás la mejor propuesta de templo que hemos hecho nunca. Y eso que el solar era imposible”. Una vez definido el proyecto final, se integraron los espacios necesarios para la congregación: casa para el sacerdote, distintos espacios de oración y oficinas. Dicen los responsables de su diseño que la arquitectura empleada es pura, actual y desconectada de toda interpretación. La idea original era situar, en la confusión del ambiente urbano circundante, un edificio que marcaría un hito como testimonio inamovible de lo espiritual, que se expande y manifiesta al medio social cercano.
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