La asociación entre arquitectura, ingeniería y firmas comerciales es, hoy en día, algo más que una cuestión operativa y funcional: A la necesidad de personalizar el espacio global de una agregación de establecimientos, y el espacio individual donde una empresa expone su mercancía, se le ha sumado la presencia del marketing que impone la creación, en unos metros cuadrados de una tienda o expositor, que refleje la personalidad y la filosofía del producto que exhibe. Desde hace pocas décadas, y a medida que la conducta y los hábitos sociales han ido evolucionando en relación al consumo y al ocio-consumo, el diseño de espacios comerciales y de ocio se ha convertido en un género en sí mismo.
El centro comercial y de ocio viene a ser el equivalente a la catedral contemporánea en cuanto a generador de esfuerzos, de identidad para un entorno y aglutinador de crecimiento en torno a sus instalaciones. Desde el punto de vista económico y sociológico produce una revalorización de los terrenos circundantes, una revitalización o aumento de las relaciones comerciales, y un incremento de las plusvalías. Desde un punto de vista arquitectónico incorpora los últimos adelantos técnicos y los más novedosos sistemas constructivos y, en muchos casos, pasa a constituirse en un hito de un determinado entorno nuevo o consolidado.