El turismo supone, en muchas ciudades que atraviesan períodos de cambio en sus estructuras productivas tradicionales, un motor de desarrollo que puede completar otros esfuerzos dirigidos hacia la mejora de las bases sociales y económicas. En este contexto, no sólo las grandes capitales, sino también un gran número de ciudades medias españolas están llevando a cabo políticas de desarrollo de infraestructuras con objeto de incrementar su oferta turística, tanto en tamaño como en calidad. Elementos clave en estas políticas son los Auditorios y Palacios de Congresos, así como los llamados “pabellones arena” (edificios multiusos), dirigidos a captar y a acoger distintos formatos de eventos y espectáculos que tienen un gran atractivo sobre inversores, visitantes de fuera de la región, y sobre la población local.
Así, la rentabilidad del turismo de negocios, los efectos económicos y de imagen que aportan a las ciudades de acogida son las principales razones del “entusiasmo” promotor de estas edificaciones.
Una de las razones por las cuales la función de acoger congresos y eventos se une a la de auditorio puede ser la rentabilización de un espacio tanto desde el punto de vista de adecuación funcional como de disfrute de la subvención (el 1%) que la Administración Central establece para aquellos edificios que potencian la cultura y la música.