Se podría decir que las estaciones termales o balnearios son aquellas instalaciones que, dotadas de servicios médicos, disponen de aguas minero-medicinales declaradas de utilidad pública, y que sirven no solo para tratar dolencias y prevenirlas, sino también para relajarse, descansar y darse un respiro, eso sí, en un ambiente adecuado.
Actualmente los balnearios se han adaptado a las nuevas técnicas para el aprovechamiento de las cualidades del agua, que además de sacar el máximo rendimiento a sus propiedades estéticas y terapéuticas, dan forma a un conjunto de modernos tratamientos que convierten a estos complejos de salud, bienestar y belleza, en verdaderos “hoteles de salud”, donde poder disfrutar de unas auténticas vacaciones de salud. En este sentido, los balnearios se han integrado totalmente dentro de la oferta turística que ofrece nuestro país, donde el visitante dispone de sol, playas, ocio, diversión, cultura y, gracias a estos oasis para el descanso, también dispone de la posibilidad de regalarse momentos de inolvidable relax.
Pero para conocer un poco más hasta donde se ha conseguido llegar en cuanto a la arquitectura balnearia en nuestro país, necesitamos hacer un recorrido por sus antecedentes históricos que nos permita conocer aspectos referidos a sus formas y evolución, la disposición de sus instalaciones, los ritos sociales que las condicionaban y, como es necesario, las relaciones de estas instalaciones con el contexto urbano.