La ciudad de Málaga ha vivido un desarrollo significativo, contando en la actualidad con más de 600.000 habitantes, lo que ha hecho que se imponga como capital económica de Andalucía.
La invitación que ha recibido el Centre Pompidou para su primera implantación en el extranjero de un centro provisional, pretende consolidar su posición de capital cultural del Sur de la península ibérica. Málaga es una ciudad participativa y asociativa, y la política del municipio pretende promover la diversidad y la implicación de los ciudadanos para convertirla en una ciudad de conocimiento y cultura.
El primer Centre Pompidou provisional acaba de abrir sus puertas esta primavera, y se establecerá, durante cinco años, en el Cubo, un edificio con vocación cultural erigido en el singular espacio del puerto de la ciudad, adaptado en 2014 para acoger el Centre Pompidou.
Este centro supone la segunda sede externa del museo original parisino y la primera situada fuera de Francia, una estrategia de crecimiento en el extranjero por parte de la sede.
Ubicado en el Cubo de los Muelles 1 y 2 del puerto, goza de una situación privilegiada al formar parte del centro de la ciudad, alzándose en terrenos portuarios donde, históricamente, se destinaban a la carga y descarga de barcos.
Partiendo de la diferencia topográfica existente, el estudio L35 ha propuesto una solución lineal en dos niveles, lo que ha permitido crear en una parte un paseo comercial a nivel de muelle, dotando de vida y actividad a una zona tradicionalmente muerta, mientras que, en el nivel superior se ha generado un nuevo paseo marítimo, característico en todas las ciudades de tradición marinera.
El edificio, con 6.800 m2, se distribuye en dos niveles, una planta baja (Planta 0) y una planta inferior (Planta -1). El espacio está dotado de salas de exposición de carácter permanente o temporal, un auditorio en la planta -1 y una sala para exposiciones temporales, un espacio taller… y de los servicios necesarios para su funcionamiento, por lo que su afectación cultural se mantendrá incluso después de la marcha del Centre Pompidou.
La forma sencilla y simple de un cubo transparente, construido en acero y cristal, nos anuncia lo que será nuestro paso por las instalaciones, un paseo donde lo primordial serán las obras de arte expuestas en las distintas salas.
Además, su envolvente se manifiesta al exterior con dos elem
entos que cuentan con una plasticidad relevante. Por un lado, la cubierta del centro, lo cual constituye una nueva plaza a nivel de la ciudad que, a modo de quinta fachada, evoca un mar pétreo sobre el que emerge el estandarte del edificio, el Cubo. Convertido en símbolo representativo del nuevo muelle, este cubo, de 12 metros de lado, está formado por decenas de paños de vidrio colgados de una estructura metálica.