El nuevo Centro de Educación de personas adultas y Ludoteca, se encuentra ubicado en un área urbana deteriorada de la ciudad de Torrelavega, Cantabria. Desde el principio se planteó como un elemento integrador que pretende ser el modelo de conexión con el resto de la ciudad.
Una de las premisas principales para la realización del proyecto, era que, a nivel urbano, la propuesta se convirtiera en el acceso y parte del futuro Parque Miravalles. Con esto, se condicionó la ubicación del centro, reduciendo su ocupación en planta, tratando de liberar la mayor parte de la parcela, lo que permite entregárselo a la ciudad, en forma de espacio público.
Cuando el estudio llevó a cabo la elección de materiales para el edificio, plantearon un ejercicio de abstracción, a través del cual se intentó reducir al mínimo el número de materiales empleados, simplificando, también, el detalle constructivo en los diferentes encuentros entre los mismos.
Entre los que se han utilizado en mayor medida destacan el vidrio, el hormigón y la madera. En este sentido, el vidrio es el protagonista del edificio, generando transparencia y luminosidad. Mientras, el hormigón estructural se ha dejado visto en la escalera de servicio y la rampa de acceso, lo que permite una mejor lectura de la estructura del edificio.
Finalmente la carpintería de madera pretende dar continuidad a la materialidad del vidrio en las zonas que, por programa, no podían ser transparentes. Igualmente, los suelos continuos de resina aportan homogeneidad y continuidad al plano del suelo, evitando juntas y encuentros de difícil resolución.
La propuesta que finalmente se llevó a cabo, plantea una reflexión sobre la arquitectura docente y el modo convencional de comprender el programa educativo mediante la repetición de elementos espaciales aislados entre sí. En este sentido, la materialidad transparente manifiesta hasta dónde influye la arquitectura en el modelo educativo y en su desarrollo. Esta transparencia convierte a las aulas en espacios educativos abiertos, permitiendo ver cómo se enseña, reduciendo el ruido en las áreas de tránsito, creando una atmósfera común que mejora la predisposición de los alumnos.
El programa docente se desarrolla en un núcleo central, compuesto por módulos de 5×5 metros, formando una caja de vidrio, donde se alberga la parte administrativa en planta primera, mientras que los laboratorios y talleres se sitúan en planta baja y 13 aulas en las dos superiores. De esta manera, el espacio de circulación y demás áreas de relación del proyecto forman un anillo perimetral en torno al núcleo compacto, simplificando al máximo las circulaciones de la escuela, lo que mejora su accesibilidad y utilización.
Gracias a esto el edificio potencia su carácter integrador, manifestando la actividad interior del centro hacia el exterior, mejorando la interacción entre la escuela y la ciudad.
En relación a todas estas características, la envolvente del edificio se entiende como una fachada de doble piel con una distancia entre ambas capas lo suficientemente grande como para contener los espacios comunes y las áreas de circulación.