En edificios con gran importancia histórica, ¿Cómo se aborda su rehabilitación para adaptarse a los nuevos tiempos sin afectar al diseño original?, ¿Cuáles son los principales pasos a seguir? Y, ¿en cuanto a la normativa?
Cada edificio es cada edificio. Un caso único. La intervención depende del estado del mismo y de los usos a los que se destina. Un criterio que aplicamos en la mayoría de los casos es el de respetar lo existente; incluso en procesos de consolidación pueden reconstruirse científicamente elementos ciertos y claramente identificables. Los elementos nuevos que sean necesarios (bien por desaparición de los originales o por exigencia de los futuros usos) pueden realizarse con técnicas de “no tocar” y “no interferir” tan bien desarrollados por los arquitectos italianos. Crear edificios dentro de edificios, separar estructuras, diferenciar materiales procurando el protagonismo de lo existente.
Los pasos a seguir… documentación histórica, levantamientos de gran precisión, búsqueda de artesanos conocedores de técnicas tradicionales y proyectar entendiendo el alma del edificio.
La normativa no suele ser determinante en estos temas, sin embargo hay que trabajar con buen número de expertos, comisiones de patrimonio y, en muchos casos, con la propia opinión pública.
Referente a su experiencia, ¿Qué supone para un estudio de arquitectura trabajar en un proyecto de rehabilitación de grandes dimensiones?, ¿Qué ventajas aporta este mercado a la arquitectura?
Un proyecto de este tipo es una revolución en un despacho. Hay que crear una estructura específica donde hay que integrar un gran número de profesionales: arqueólogos, geólogos, historiadores, ingenieros de varias especialidades y otros expertos dependiendo de la naturaleza del proyecto.
Para nosotros, consiste en ponerse en sintonía con la historia de la arquitectura, tratando de comprender las razones culturales, técnicas, ideológicas y de poder que motivaron la creación del monumento.