A diferencia de la corriente actual, la vertiente estética nunca fue la más cuidada al diseñar las cocinas en el pasado. Además, cuando había un esmero superior en este campo, la tendencia habitual solía ser casi ineludiblemente hacia un tipo de decoración rústico, y en el que predominaba la madera sobre el resto. Sin embargo, hoy en día la cocina ha dejado de ser un lugar cerrado y escasamente expuesto a las visitas para convertirse en uno de los espacios más vistosos del hogar, y una de las estancias que más marcan la diferencia. La cocina no es sólo el lugar donde se prepara la comida, sino también un espacio de encuentro e interacción. Fruto de esta evolución ha llegado una enorme variedad de conceptos, con cocinas en las que encajan casi todos los colores y materiales. “La cocina ha dejado de ser un espacio reservado únicamente a la rutinaria tarea de cocinar para convertirse en uno de los principales puntos de reunión del hogar y protagonista absoluta de la vida cotidiana. Por ello, los diseñadores piensan en ella en términos de comodidad, funcionalidad y diseño”, explica Mikel Sampedro, director de marketing de la especialista en encimeras Compac. De este modo, poco a poco se ha ido demostrando que una cocina práctica puede ser también bonita, un lugar en el que se puede estar a gusto y, además, estar orgulloso de enseñar a las visitas. Todo ello porque “las tendencias en diseño, colores y formas están cambiando”, declara José Carlos Aranaz, arquitecto y responsable del canal proyectista de Cosentino, empresa propietaria de la marca de encimeras Silestone. “El minimalismo y los detalles exclusivos y únicos conforman los hogares más vanguardistas”, añade.
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