El concepto de arquitectura trascendente en la filosofía platónica: La arquitectura como disciplina purificadora del intelecto

La arquitectura, como forma de arte y ciencia, ha sido objeto de estudio y admiración a lo largo de la historia. ¿Es posible hablar de una filosofía de la arquitectura? En este sentido, tratamos a la filosofía como una disciplina de meta-nivel al servicio del quehacer arquitectónico, que se pregunta, por ende, por la esencia, el propósito y el impacto que los espacios arquitectónicos tienen en la vida del ser humano. En este artículo, abordaremos cómo, desde una visión platónica, es posible concebir a la arquitectura (conforme se sirve de la matemática para la creación del espacio arquitectónico) como disciplina auxiliadora que eleva al ser humano hacia el perfeccionamiento del intelecto, es decir, hacia la purificación de su alma y con esto, su acercamiento al conocimiento en sentido estricto, la captación del mundo eidético.

La teoría de las ideas de Platón y los objetos matemáticos

Ahora bien, para Platón, al menos en la República, se hallan delimitados dos planos de lo real. Primero, el plano de lo sensible, esto es, todo aquello que imita o refleja (de manera imperfecta) al mundo eidético. Dicho de otro modo, lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Segundo, el plano inteligible, el mundo de las Ideas o Formas Universales que son la causa de todos los objetos de los sentidos. Así, la visión de Platón sobre el conocimiento per se está ligado por completo a la intelección de las Ideas Platónicas, de la Idea de Bien, la Idea de Belleza, etc. Para entenderlo mejor, podemos decir que un retrato pintado (aunque estemos hablando de un artista hiperrealista) es un reflejo o imitación de la persona real; esta es la misma relación que guardan los objetos de los sentidos con respecto a las Ideas que representan; es decir, una manifestación inacabada de la realidad.

Así, platónicamente hablando, solamente se considerarán como ciencias a aquellas disciplinas que ejerciten el intelecto, que preparen “el ojo de la mente” para captar los objetos del conocimiento: las Ideas. Dentro de este grupo, se incluye a la matemática: la aritmética, la geometría, la astronomía y la armonía; y finalmente, a la dialéctica, en este orden. ¿Por qué Platón lo considera así? Porque todas estas disciplinas tienen en común el ejercitar en el hombre su capacidad de abstracción, lo que incita al intelecto a captar aquello que es y nunca deviene, lo inteligible.

Dicho esto, ¿a qué estatus, en cuanto a conocimiento se refiere, queda reducida la arquitectura si emplea como elementos auxiliares al cálculo y a la geometría para la delimitación del espacio? La arquitectura, si se sirve de las disciplinas que, al decir de Platón, purifican el alma del ser humano, no puede ser una mera habilidad ornamental que imita la realidad, como el ejemplo del cuadro, sino un medio que encamine al hombre a la intelección de lo bello en sí mismo.

Correlación entre la arquitectura y la matemática: la devolución de un estatus siempre merecido

Si, como explica Platón, el plano sensible es una copia imperfecta del mundo inteligible (y, por ende, todo lo que habita este plano), y las Ideas son entidades que se mantienen idénticas a sí mismas, y son objeto de lo que efectivamente sí podemos conocer, cabe preguntarnos, ¿qué hace la arquitectura? ¿La construcción arquitectónica es una representación o copia de un cúmulo de Ideas perfectas que le son causa? Puede que en un sentido técnico sí lo sea, pero si profundizamos más en lo que implica el quehacer arquitectónico, podemos vislumbrarla como una disciplina propedéutica que prepara nuestro pensamiento y capacidades para “percibir” estos objetos del conocimiento.

No obstante, es preciso que entendamos primero cuál es la concepción que tiene Platón acerca de la matemática. La matemática y todas sus subdisciplinas están enmarcadas en el estudio de los objetos matemáticos, que se remiten al plano eidético, no-sensible. El cálculo aritmético, para Platón, permite al hombre el discernimiento de los números como unidades que no cambian, y así, salvaguardan al pensamiento de las percepciones contradictorias que nacen de nuestros sentidos. La aritmética nos invita a ir más allá de nuestros órganos sensoriales y dirigen al intelecto a captar la unidad en sí, a contemplar la naturaleza de los números. Seguidamente, la geometría prepara al intelecto para la captación de las Ideas gracias al ejercicio que implica el estudio de la profundidad, la delimitación espacial y la construcción mental del objeto geométrico. El ejercicio conjunto de ambas disciplinas matemáticas da cuenta del desarrollo de la capacidad que tiene nuestro intelecto para “recomponer” o construir el objeto de conocimiento, a partir de progresiones aritméticas, geométricas y, desde allí, la proyección del sólido. Y es precisamente esta capacidad de abstracción la que se necesita para que, más adelante, el hombre pueda hacer dialéctica y captar directamente las Ideas. En otros términos, el estudio matemático es un medio esencial para alcanzar la sabiduría e iluminación espiritual.

La arquitectura como ciencia que proyecta la construcción de edificaciones o estructuras estéticamente armoniosas y funcionales, guarda en su seno una base matemática importante, íntimamente vinculada al cálculo y a la geometría, ramas que facilitan la delimitación espacial de la edificación y su estructuración conforme, por ejemplo, a la proporción y la simetría para garantizar la durabilidad y efectividad de la construcción. Los arquitectos, cual filósofos muy al sentir de Platón, al adecuar sus diseños a la armonía, la proporción y la funcionalidad, se aproximan con su labor a la perfección de estas Ideas platónicas; en otras palabras, buscan captar su esencia. Es por esta razón que la labor del arquitecto no es una imitación o representación imperfecta de la realidad, sino el ejercicio práctico y estético de principios matemáticos que elevan al ser humano al desarrollo de sus capacidades intelectuales. A la luz de una interpretación platónica, la arquitectura adquiere un carácter trascendente, que supera la técnica y, con esto, el plano sensible.

¿Qué podemos aprender de Platón? Aspectos del platonismo aplicables a la arquitectura

  1. La aproximación a la Idea de Belleza desde el diseño arquitectónico: para alcanzar una perfección estética en las estructuras arquitectónicas, los arquitectos deben procurar, a través de la forma, la proporción y la relación armoniosa entre cada elemento arquitectónico, la manifestación de lo bello en sí, y con ello la creación de edificaciones que estéticamente inspiren y eleven al ser humano. El estudio de la Idea de Belleza para Platón remite al hombre hacia la verdad.
  1. El papel transformador de la arquitectura: La labor del arquitecto no solo guarda un objetivo estético. También busca fomentar el desarrollo de la sociedad e identificar las necesidades de una comunidad, para procurar la creación de espacios que den pie al ejercicio de la virtud y la sabiduría entre los hombres. Desde esta interpretación platónica, todo lo que se desprenda de la arquitectura, en tanto que ciencia y técnica, debe enaltecer el espíritu del ser humano.

La arquitectura, conforme a esta interpretación platónica, pierde el carácter meramente ornamental y adquiere una posición elevada de disciplina que enfoca a los hombres hacia la manifestación de la perfección y la armonía reflejadas en el diseño arquitectónico, en la creación de espacios bellos, funcionales e inspiradores. Además, su base matemática permite considerarla como una disciplina que ejercita el intelecto y nos prepara para una capacidad de abstracción mucho mayor. Se trata de una arquitectura que trasciende la técnica: gracias a su ejercicio, lleva el concepto de armonía y belleza también a nuestro espíritu.

AUTOR: Daniela Núñez, Equipo EADIC
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