Suelen utilizar en fachada diversidad de composiciones y piezas. ¿No complica esto las obras? ¿Por qué este interés en una apuesta constante sobre el ritmo y la piel?
Procuramos que las resolución de las fachadas no sea un ejercicio estilístico, sino una traducción -a veces compleja- de la relación existente entre lo interior y lo exterior, entre las íntimas necesidades y funciones internas y la respuesta que el edificio debe dar al entorno en el que se ve inmerso, a la cultura del lugar del que de nuevo entra a formar parte, a todo lo que le rodea, a lo que significa… La fachada aparece entonces como un “condensador” que debe aglutinar ese intrincado campo de fuerzas. Así, la fachada se convierte en un conjunto de filtros capaces de solventar todas sus exigencias: térmica, acústica, solar, iluminación, protección climática… Muchas arquitecturas resuelven los problemas mediante la estrategia de la eliminación de los propios problemas, y operan a través de la simplificación… pero devienen generalmente en ejercicios compositivos, caligráficos… no nos interesan esos ejercicios; es más, a veces huímos de la composición, y los alzados se resuelven mediante leyes que se pueden escribir, o expresar mediante fórmulas matemáticas sencillas…generalmente no dibujamos “alzados”, no componemos, preferimos establecer estrategias más cercanas a pautas, ritmos, en definitiva leyes, órdenes –diferentes tipos de orden-: de algún modo podríamos decir que hay una cierta semejanza con el modo de operar que utilizan determinados compositores musicales…
Por otro lado, el “ritmo” o lo que nosotros denominamos “grano”, es esencial para la escala del edificio: es uno de los aspectos más determinantes y de mayor complejidad: acertar con la escala adecuada acorde al lugar, al tamaño y a las propias necesidades interiores. Generalmente operamos a través de escalas abstractas, lo cual implica “órdenes globales”, texturas…
En este sentido, ¿qué materiales les han sorprendido? ¿Creen que los fabricantes y arquitectos deben unirse para innovar?
“Todo sirve…”. Nuestro modo de trabajar opera a la inversa: primero establecemos los conceptos y luego buscamos la resolución material más adecuada para conseguir expresar ese concepto promateriales 30 genésico. Por tanto, en el camino de búsqueda no tenemos materiales o sistemas preconcebidos. La sensación de sorpresa no va ligada por tanto a las cualidades de un material u otro, sino al modo de manipularlos: no existe un modo uni-direccional de tratamiento del material: el material es un medio para la expresión y para la función… el gran reto de la industria es posibilitar sistemas de manipulación de los materiales de manera flexible. La alianzas entre creadores y fabricantes siempren han sido fructíferas, y deberían darse con mayor frecuencia. Sin acuerdo es imposible avanzar. Sin embargo la industria de la arquitectura, a diferencia de otros sectores, tiene el gran inconveniente de converger –en la mayoría de los casos- en pieza única, difícilmente reproducible… convertimos el prototipo en producción. Seguramente carecemos de “olfato productivo” y los fabricantes de “cintura”. La aproximación de ambas sensibilidades sería deseable y muy enriquecedor.