Restaurar y preservar Galicia, una profunda “Emoción”. ¿No cree?
Sí, una profunda emoción trabajar en el territorio gallego y recorrerlo de cabo a rabo: sus montes, sus valles, sus ríos, sus rías, el Mar…, ayudando a construirlo desde la arquitectura es un privilegio. Siempre pienso y alguna vez, como en esta ocasión, lo digo, que si fuera rico, que no es el caso, no sólo no cobraría por hacerlo, sino que pagaría.
Ha trabajado mucho en edificios que preservan la cultura gallega. ¿Cree que hay que ser más tolerante con los proyectos más arriesgados que surgen en su tierra?
Yo creo que hay que ser tolerante con la buena arquitectura y beligerante con la mala. Y la buena arquitectura o la mala no coincide siempre con proyectos arriesgados o con los conservadores. La buena Arquitectura no tiene por qué ser mimética con las preexistencias pero sí tenerlas muy en cuenta y no destruirlas, sino sublimarlas. La buena Arquitectura, siempre está y estará en vanguardia y no pasará de moda, en cambio la que busca estar a la moda sí, porque está hecha, consciente o inconscientemente, para pasar de moda con la temporada, es un producto más de la cadena de consumo, de la interminable, omnipresente, subyugante y esclavizadora cadena de consumo.