Al hablar de calefacción, lo primero que nos viene a la cabeza es un sistema con una caldera y una red de radiadores. Sin embargo, las posibilidades son mucho más amplias que esto: radiadores eléctricos integrados en sistemas domóticos, calefacción mediante una chimenea que funcione a partir de distintos combustibles, suelo radiante por agua o eléctrico, acumuladores, bombas de calor…
Cada uno de estos sistemas tienen sus ventajas y sus inconvenientes y la elección de acometer la instalación de uno u otro va a depender esencialmente de las posibilidades del inmueble, las necesidades del usuario o sus preferencias, bien sea porque busque una determinada tecnología, un diseño y una estética específicos, etc.