Grandes joyas arquitectónicas españolas desaparecidas

Gran cantidad de edificios singulares, que contaban con un gran valor arquitectónico ha sufrido un mismo trágico final; el derribo. Tesoros modernistas, centros deportivos, torres, mercados…son demasiadas las joyas arquitectónicas que se han ido perdiendo a lo largo de la historia de España. Ya sea por dejadez, especulación, razones políticas, problemas administrativos o por el carácter temporal de su concepción, estos hitos arquitectónicos quedan solo como recuerdo popular y, sobre todo, académico.

Ahora mostraremos una breve lista de los innumerables inmuebles que han caído bajo el poder de la piqueta sin ningún tipo de compasión:

Laboratorios Jorba, Madrid – Miguel Fisac: popularmente se le conocía como La Pagoda debido a que estéticamente evocaba los templos del Lejano Oriente. Se trata de una de las pérdidas más dolorosas del patrimonio arquitectónico moderno español.

En 1965, el arquitecto Miguel Fisac llevó a cabo un edificio sorprendente con una peculiar forma, donde las plantas de la torre, de forma cuadrada, giraban alternativamente 45 grados, generando esa sensación de movimiento. Un proyecto que reflejaba el dominio del hormigón por parte de Miguel Fisac, uno de los arquitectos españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Además, se trataba de uno de los 3 proyectos españoles, junto con el de Ricardo Bofill y el de Lluís Clotet, que formaron parte de la exposición Transformations in Modern Architecture, que se llevó a cabo en el MoMA de Nueva York en 1979. Desidia administrativa, negocios, conspiraciones…, muchas han sido las especulaciones, pero lo cierto es que un buen día de 1999 se derribó esta irrepetible construcción.

Frontón de Recoletos, Madrid – Eduardo Torroja y Secundino Zuazo: ubicado en la confluencia de las calles Villanueva y Cid de la capital española fue la mayor estructura de este tipo construida en Europa hasta la fecha. Podría albergar en su interior cerca de 2.300 espectadores y destacaba por la cubierta, formada por dos bóvedas cilíndricas de cañón asimétricas realizadas con hormigón, una muestra de la pericia del arquitecto Eduardo Torroja, quien contó con la colaboración de Secundino Zuazo. Fue inaugurado en febrero de 1936, solo unos meses antes de que estallara en España la Guerra Civil, hecho que provocó que los bombardeos dañaran gravemente el edificio. Posteriormente fue reconstruida por los ingenieros Fernández Casado y Romero utilizando elementos metálicos, lo que hizo que el edificio perdiera parte de su originalidad. Más tarde, durante su reparación cayó una tromba de agua que derrumbó parcialmente la estructura. Finalmente, en 1974 se llevó a cabo su derribo, siendo sustituido por edificios de viviendas.

Mercado de Olavide, Madrid – Francisco Javier Ferrero Llusía: se trata de un edificio que en 1934 sustituyó al anterior mercado proyectado por Eduardo Adara e inaugurado en 1876. Se configuraba con varios prismas que se iban escalonando y que concluían en un patio central, favoreciendo la ventilación. La planta octogonal, por la que se decantó el arquitecto, resolvía hábilmente la situación urbana de la plaza. Construido con hierro y hormigón, seguía el estilo racionalista surgido tras la Primera Guerra Mundial.

Su demolición fue llevada a cabo mediante voladura controlada, en un desencuentro absoluto entre el Ayuntamiento, quien consideraba obsoleto el modelo de mercado que proponía, y el grupo de comerciantes, vecinos y arquitectos que defendían su conservación reconociendo su gran valor.

Cárcel Modelo, Madrid – Tomás Aranguren y Eduardo Adaro: construida en la década de 1880, estaba situada en el espacio comprendido entre la plaza de la Moncloa, el Paseo de Moret, y las calles Martín de los Heros y Romero Robledo.  Fue diseñada por los arquitectos Tomás Aranguren y Eduardo Adaro, e inaugurada el 20 de diciembre de 1880. En el proyecto se aplicaba el modelo panóptico, con una rotonda o cuerpo central poligonal destinado al cuerpo de vigilancia de la penitenciaría, y radial, mediante galerías de forma estrellada convergentes en el espacio central. El edificio contaba con todas las condiciones para ser un fortín durante la Guerra Civil, su torre era un punto de observación perfecto justo en la línea del frente de Ciudad Universitaria, donde se encontraba. Sin embargo, a finales de 1936 ya estaba completamente destruida y se demolió lo que quedaba. Hoy, en su lugar, se levanta el cuartel general del Ejército del Aire en la plaza de Moncloa.

Hotel Florida, Madrid – Antonio Palacios: fue inaugurado el 1 de febrero de 1924 y estaba situado junto al ecléctico edificio La Adriática (1928) y, en frente del Art Decó Cine Callao (1927), en la plaza del mismo nombre. Sirvió de alojamiento a la mayoría de los corresponsales extranjeros destacados en Madrid durante la guerra civil española, entre ellos Ernest Hemingway.

A pesar de sufrir grandes daños durante la contienda, el hotel siguió en funcionamiento hasta 1962. Ese año fue adquirido por las Galerías Preciados, que, 2 años después, lo derribaron y levantaron, en su lugar, el actual El Corte Inglés de Callao.

Piscinas La Isla, Madrid – Luis Gutierrez Soto: diseñadas en 1931 dentro de una política constructiva que giraba en torno al ocio, se buscó abrir la ciudad hacia la Casa de Campo y el monte de El Pardo, hasta el momento cotos reales. El diseño del edificio se asemeja a un barco varado en mitad del río Manzanares, uniendo Madrid con la Casa de Campo. En el periodo de la Guerra Civil la estructura quedó bastante dañada. Posteriormente, en 1947, tras un desbordamiento del río, la piscina dejó de utilizarse, para ser clausurada de forma definitiva en 1954.

SALVADOS DE LA DESAPARICIÓN

No obstante, en ocasiones, gracias a la perseverancia de los profesionales y del público se ha conseguido evitar la desaparición de grandes obras, que tienen un gran valor ya sea arquitectónico como en el imaginario de los habitantes de la ciudad, tal es el caso de los dos ejemplos a continuación nombrados:

Fábrica de Clesa: proyectado por el arquitecto Alejandro de la Sota junto al ingeniero Manuel Ramos, se inauguró en 1962, convirtiéndose en punto de referencia de la zona Norte de Madrid, por tamaño, diseño moderno y por su calidad entre la arquitectura industrial en la España de la época, ya que era una de las primeras obras de edificación realizadas en hormigón pretensado.

Tras años en funcionamiento, cesó su actividad a mediados de 2011, quedando cerrada y en estado de abandono, lo que generó un gran deterioro de la construcción.

Tras varios años de lucha para evitar que sufriera el mismo destino que sus compañeros, finalmente el ayuntamiento de Madrid retomó un proyecto que llevaba paralizado varios años y, la fábrica de Clesa en Fuencarral, la ruina más famosa y la más dolorosa de la arquitectura española del siglo XX, entra en una nueva fase. El Ayuntamiento de Madrid presentó este año el fallo del concurso para el edificio del arquitecto Alejandro de la Sota (1958-1966), dentro del programa internacional Reinventing Cities. Siendo La propuesta ganadora, Val-verde, que tiene como objetivo crear un espacio revolucionario de intercambio y generación de conocimiento, con más de 10.500 m2 destinados a la investigación en medicina y biotecnología, un centro de congresos para más de 500 personas, un espacio polivalente de coworking destinado a la atraer el talento científico y un centro cultural de más de 1.000 m2.

Además, Val-verde busca poner en valor este icono de la arquitectura industrial, de modo que la rehabilitación se plantea como un ejercicio de respeto al patrimonio arquitectónico, garantizando su conservación, y manteniendo la esencia, los espacios y los elementos constructivos que caracterizan este singular edificio.

El Ayuntamiento de Madrid junto con la holandesa Kadans Science Partner configuran la alianza público-privada que permite la materialización de este proyecto.

Frontón Beti-Jai:  debido a la popularidad que el juego de pelota alcanzó a finales del siglo XIX, hubo un auge de este tipo de construcciones, siendo el Beti-Jai el único que sobrevive de los 30 que existían en la capital. Joaquín Rucoba, autor entre otros del teatro Arriaga y el Ayuntamiento de Bilbao, la plaza de toros y el mercado Alfonso XII de Málaga, fue el encargado de la construcción en el año 1893, ya que también había realizado la construcción de otro frontón similar en San Sebastián. Tras su inauguración en 1894, funcionó como frontón hasta 1918, pero a partir de 1919 tuvo diversos usos como taller de coches, comisaría de policía, cárcel, taller de objetos de escayola y cartón piedra, entre otros.

Ya en 1977 el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid llevó a cabo un estudio para que, ante el abandono que sufría el edificio, y basándose en la historia y objetivos que impulsaron la construcción del mismo, se solicitara su conservación y uso público, consiguiendo en 1991 la catalogación de Monumento Nacional y posteriormente en 2011 de Bien de Interés Cultural.  Posteriormente, en mayo de 2015, el Ayuntamiento finalizó el proceso de expropiación y adquirió el Beti-Jai, dando inicio así a los trabajos para recuperarlo sin alterar su esencia.

El objetivo último de los trabajos ha sido devolver al frontón Beti-Jai su belleza y las condiciones necesarias para volver a convertirlo en un edificio de uso público. Veremos qué le depara a este edificio con el devenir de los años.

En definitiva, España cuenta con grandes joyas de la arquitectura moderna que merecen la pena ser rescatados y ofrecerles un nuevo renacer. Debemos mantener vivos esos edificios que tantas enseñanzas han proporcionado a las nuevas generaciones y que han ayudado a conformar las ciudades actuales.

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