El edificio, todo un icono de arquitectura bioclimática, es un bloque unitario, orientado al sur. Provisto de una ligera curvatura, aumenta el aprovechamiento energético de la captación de radiación del Sol a modo de un hemiciclo solar.
El bloque, un volumen nítido, limpio y sereno, alberga en su interior y manifiesta en su exterior una estructura orgánica que responde a las solicitaciones programáticas, estéticas y energéticas. Situado en Móstoles, es único en Europa.
Se ha diseñado un sistema de conductos enterrados con el fin de que el edificio proporcione la renovación de aire exigida durante todo el año y como un sistema de refrigeración pasiva en épocas estivales como alternativa al insostenible aire acondicionado.
Consiste en aprovechar la propiedad geotérmica del terreno como intercambiador de calor aire-tierra, presenta una temperatura constante a lo largo del año. Absorbe el aire exterior, lo climatiza haciéndolo circular por el subsuelo y lo distribuye a las viviendas a una temperatura de 18º (generando frío en verano y calor durante el invierno) gracias a dos UTA (unidad de tratamiento de aire), como si de un par de pulmones que oxigenan los hogares de la infraestructura se tratase.