La Ciudad Relacional no es un objeto sino un concepto, un ente abstracto pero fundamental en nuestras vidas. Es conversar, disfrutar del espacio público, crear, reflexionar, emocionarse. Es tejer las relaciones al salir de casa, es la delicada convivencia entre la gran biodiversidad humana, en su escala de sentimientos, expresiones y entramados cambiantes. Esta idea se diferencia de la Ciudad Funcional, centrada en la eficiencia operativa y logística, que a menudo descuida el aspecto vital y emocional de la vida urbana.
El concepto de la Ciudad Relacional ha sido, junto con libro de título homónimo de Sonia Lavadinho, el hilo conductor del Debate Urbano que celebramos hace unas semanas en Porcelanosa, organizado por Broadway Malyan y Acieroid con Eiman AlSakha y Magdalena Plocikiewicz de moderadoras.
Para entender mejor el delicado e intangible entramado de la ciudad relacional, hemos cruzado miradas y perspectivas diversas. Desde el diseño estratégico y la arquitectura de Edgar González, la gestión pública de Camino Cabañas, la visión artística de María Heredia y Blanca León y, finalmente, el punto de vista antropológico de la propia Sonia Lavadinho. Como ejemplo para aprender a relacionarnos con los otros, con los desconocidos, cerramos el debate con un taller de Free Conversations.
Tabla de contenido
Toggle¿Dónde está la Ciudad Relacional?
La Ciudad Relacional se manifiesta de siete formas principales que reflejan su diversidad y riqueza:
- La Ciudad de los Encuentros: espacios diseñados o espontáneamente utilizados para relacionarse con el otro
- La Ciudad del Exterior: áreas al aire libre que invitan a la permanencia y disfrute del entorno.
- La Ciudad Amigable para Todas las Generaciones: inclusiva y accesible, fomenta la convivencia entre diferentes edades y hace confluir diversas necesidades
- La Ciudad del Hacer y del Tercer Solidario: promueve la colaboración y el apoyo mutuo entre los ciudadanos, el voluntariado, la acción social
- La Ciudad de la Sorpresa: introduce elementos inesperados que rompen la monotonía urbana, como el arte urbano o el muralismo
- La Ciudad Comestible: incorpora la agricultura urbana y espacios para compartir alimentos
- La Ciudad del Tiempo Libre: lugares para el ocio y la recreación para mejorar la calidad de vida
Ideas para construirla
Para transformar nuestras ciudades en entornos más relacionales, es crucial tener espacios que inviten al encuentro y cocrearlos mediante los procesos participativos. Camino Cabañas lo explicó así: Los ciudadanos contribuyen dotando al espacio público de elementos relacionales, ejemplo- los bancos de colores que representan diferentes estados emocionales en los patios escolares o las piedras de pensar. La ciudad relacional y la inclusión, teniendo en cuenta la perspectiva de personas con el espectro autista entre otros colectivos minoritarios, han de estar en el centro del diseño político. Camino explicó también cómo el cuidado de la salud pública puede ser un elemento aglutinador en la creación de la ciudad, que ha de emular la naturaleza del pueblo en su aspecto relacional.
Edgar González nos habló de que el diseño estratégico ha de tener en cuenta tres elementos clave: el entorno en el que opera, la innovación y la emotividad de las personas, y esta última es un elemento completamente olvidado en el paradigma tecnocrático actual de las ciudades. La ciudad es todo lo que queda cuando extraemos los edificios, es el espacio público y las relaciones que transcurren en él. El diseño bien planteado ha de ser un elemento facilitador de las relaciones que siempre han sido esenciales para nuestras urbes, dijo Edgar.
Blanca León y María Heredia, fundadoras de una galería de arte de Madrid, nos dejaron la idea de que lo que conocemos como arte urbano son las intervenciones artísticas en el espacio público que interpelan y dialogan con la ciudadanía. A menudo ilegal y criminalizado, a excepción de los grandes murales, el arte urbano ha nacido para redefinir el significado del espacio público y para provocar el diálogo entre distintas generaciones. Actúa como de una especie de gymkana urbana donde niños y adultos descubren sorpresas en el entorno transformado con intencionalidad por el/la artista. La fuerza transformadora del arte urbano radica en su capacidad para conectar con el contexto y generar un impacto social significativo, redefiniendo la identidad y la experiencia de la ciudad, explican las directoras de la Panartería.
Sonia Lavadinho, autora de la obra que dio fundamento a este debate, concluyó diciendo que: Hemos de ir cambiando el paradigma de la ciudad. La del Siglo XX enfocada a lo funcional y productivo. La del Siglo XXI relacional, conectada con la Naturaleza, que tiene en cuenta que las personas nos somos seres digitales, sino que seres con cuerpos que necesitan moverse y son los grandes protagonistas de este ecosistema. En definitiva, la ciudad relacional es un modelo que busca mejorar la calidad de vida, a través de la conexión con uno mismo, con los demás y con el entorno natural y urbano.