Esta tendencia plantea un incremento del equipamiento tecnológico y exige de la arquitectura una gran capacidad de respuesta, tanto en lo relacionado a las instalaciones como al espacio físico.
Con todo esto, es necesario que el edificio actúe como un conjunto que sea capaz de dar cabida al programa de hoy y, al mismo tiempo, sea compatible a las necesidades futuras. Esta arquitectura se traduce, principalmente, en la determinación de unos puntos fijos compatibles con un sistema geométrico, estructural y espacial que, partiendo de un módulo básico, genere una trama adaptable capaz de absorber programas variados.
En este proyecto, se siguen dos conceptos principales que organizan la estructuración del nuevo hospital, la accesibilidad y la progresiva privacidad del edificio.
La accesibilidad es el punto más importante a nivel urbanístico y, por tanto se intentan resolver las circulaciones principales de la forma más favorable al funcionamiento del hospital. El transporte público se usa mucho en la isla y, por tanto, se sitúa muy cerca de la entrada principal una estación de autobuses y aparcamiento de coches. Desde la misma calle se accede a la parte trasera del edificio donde se encuentra la entrada de ambulancias, servicios y carga y descarga.
El edificio se organiza a partir de una calle interior principal añadiendo unos bloques que contienen el programa situados entre patios. La progresiva privacidad se genera de acuerdo a un nivel de restricción que va en aumento desde lo público, que se localiza en el sector más cercano a la entrada, a lo médico y lo técnico.