El solar destinado a acoger el nuevo hospital de Olot cuenta con una pendiente acentuada en sentido Sur- Norte, que cae hacia la riera de Ridaura y remonta con la sierra de Sant Valentí y de Sant Miquel del Mont, conectando con la ciudad a partir de las avenidas del Pla de Dalt y del Dr. Bartrina. Se trata de un paraje forestal potente, lo que permite ofrecer unas inmejorables vistas a Norte y Oeste.
El nuevo edificio está compuesto por una superficie de más de 27.000 m2, lo que triplica la existente anteriormente, multiplicando la capacidad para dar servicio a 60.000 personas. Será en el año 2000 cuando se comenzaron los primeros pasos del futuro Hospital de Olot y Comarcal de la Garrotxa gracias a la elaboración del primer Plan Estratégico, un documento que contó con la participación de todo el personal del centro hospitalario.
Con esto, se llegó a una de las conclusiones más importantes, la confirmación de la necesidad de espacio para los diferentes servicios y la evidencia de que las instalaciones existentes eran insuficientes y no permitían adaptarse correctamente a mejores tecnologías asistenciales, presentes y futuras. A partir de esta constatación, el Patronato del Hospital encargó un estudio para comenzar a dar forma al proyecto del nuevo hospital, al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Olot redactaba el Plan de Ordenación Urbanística Municipal, que preveía una reserva de 22.000 m2 de suelo, situado entre los nuevos accesos a Pla de Dalt y a la Avenida dels Països Catalans.
Finalmente, fue el proyecto de R. Sanabria Arquitectos el ganador del primer premio del Concurso Nacional de Anteproyectos para el nuevo Hospital de la Garrotxa en Olot. La propuesta que llevó a cabo el estudio planteaba un edificio horizontal y escalonado, que se adapta a la topografía natural del terreno, de tal manera que se consigue que todas las plantas mantengan el contacto con el suelo. El edificio se articula a partir de barras longitudinales en sentido Este-Oeste y ‘fingers’ en sentido Norte-Sur, creando grandes patios ajardinados adaptados igualmente a la topografía.
Conceptualmente, el proyecto no quiere definirse en un único volumen edificatorio, si no que dispone de secuencias y ámbitos más privatizados para conseguir crear un conjunto de ambientes confortables y controlados, lejos de imágenes de edificios poco permeables.
Esta fragmentación volumétrica permite aprovechar las magníficas vistas, además de aproximar el edificio a la escala humana. Con todo esto, la propuesta fomenta la transparencia y permite la entrada de luz a partir de patios y claraboyas en todas las estancias y pasillos.
Además, dispone de fachadas estructuradas que determinan su imagen exterior desde los ámbitos más públicos, como son la plaza de acceso y el pequeño bosque que configuran la fachada Sur.