Para poder llevar a cabo el proyecto, el estudio debía seguir dos premisas. La primera de ellas era la obligación impuesta por el Departamento de Patrimonio de Barcelona, de conservar tanto la fachada catalogada, como la gran escalera interior de mármol blanco.Mientras, en segundo lugar, el nombre del Hotel debía ser “Gala”, en referencia a la esposa y musa del pintor surrealista Salvador Dalí. Al igual que la singular pareja que formaban Gala y Dalí, el proyecto concilia gran cantidad de contrastes entre lo nuevo y lo antiguo, lo discreto y lo extravagante, lo elegante y lo informal. Como gran protagonista del hotel se encuentra el color dorado, repitiéndose en diferentes tonalidades y aplicaciones, tanto en el exterior como en el interior del edificio, combinado con formas orgánicas y dibujando contrastes claro-oscuro. Así pues, como material predominante se localiza el metal, en contraposición de los mármoles de la arquitectura original.Además del proyecto de arquitectura e interiorismo, el despacho TBI ha sido también el encargado de la realización de la iluminación, decoración y el diseño gráfico, consiguiendo un diseño completo y homogéneo hasta el último detalle. La iluminación se ha llevado a cabo como una parte esencial del proyecto, resolviéndose mediante luces indirectas, lineales y lámparas de techo decorativas, poniendo especial cuidado en la tonalidad y el color de la luz.
En las habitaciones se ha instalado un sistema de control de iluminación que permite la creación de escenarios de luz y que ayuda a ahorrar energía eléctrica. En el interior de manzana se ubican varias terrazas en diferentes niveles. En planta primera se sitúa una gran terraza a la cual se llega mediante la escalera central y que sirve como terraza lounge con sofás, butacas y barra exterior. Mientras en la planta baja se encuentra una terraza con dimensiones más reducidas y con salida directa desde el salón del bar. Y, por último, en la planta sótano un patio inglés provee de luz natural al restaurante y a las salas de reuniones.
Pero el corazón del proyecto es el atrio de luces que comunica las siete plantas y permite llevar luz natural al interior del edificio hasta el vestíbulo en planta baja. Antepuestas a las barandillas penden, a modo de gran velo, unas cadenas de aluminio dorado. Un dibujo de líneas oscuras, integrado en la malla de las cadenas e inspirado en las formas orgánicas de la obra de Dalí, enfatiza la directriz vertical del espacio y fusiona visualmente los diferentes tramos en un solo gran espacio, caracterizado por la superposición de luz, transparencia, textura y el color dorado.
La mayor parte de las zonas comunes del hotel se sitúan en planta baja, donde se dividen en tres espacios, el vestíbulo, una zona de sofás y el salón del bar, cada uno de ellos con personalidad propia.