Para que una instalación de aire acondicionado sea adecuada, no se trata tan sólo de que ajuste un entorno a una temperatura determinada. Es mucho más. Debe mantener unos niveles de humedad, permitir un reparto equilibrado y una correcta distribución, no generar corrientes molestas… en definitiva, una serie de circunstancias que es imposible desdeñar si se quiere obtener un auténtico confort. Así, hay que prestar especial atención a la hora de proyectar una instalación, contando con el servicio de diseñadores especializados en este tipo de infraestructuras. Después, la empresa instaladora deberá ejecutar la obra sin descuidar ninguno de los aspectos recogidos en dicho proyecto porque una mala realización puede dar al traste los cálculos y previsiones estudiadas previamente, provocando que nuestra instalación no cumpla con los objetivos marcados en el comienzo. Por este motivo, antes de poner en marcha una instalación hay que considerar qué tipo de edificio es el que hemos de regular térmicamente y cuáles son las necesidades de climatización del mismo.
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