José I. Linazasoro & Ricardo Sánchez / Linazasoro&Sánchez Arq.

Actualmente parece que se están visualizando pequeños síntomas de recuperación del sector, ¿opina que es así? ¿cómo están contribuyendo los arquitectos a este proceso?

José Ignacio Linazasoro: Respecto a nuestro trabajo habitual que es el relacionado con los concursos y los encargos públicos, no encontramos que se haya producido una gran reactivación. En España hay poquísimos concursos respecto a los que existen en nuestros países vecinos, particularmente en Francia o Alemania, y esto resulta particularmente dramático para el futuro de la arquitectura española, que principalmente ha basado su calidad en este tipo de proyectos.

Desde su punto de vista, ¿qué principales pasos habría que dar para establecer un proyecto de futuro que no desemboque en otra crisis del sector de la construcción?

J. I. L.: No sabemos si se puede hablar de una nueva crisis cuando todavía no se ha salido de la actual, pero está claro que la especulación inmobiliaria fue una de sus causantes. La calificación de terrenos y la construcción desenfrenada de viviendas produjeron una burbuja inmobiliaria, hasta cierto punto visible y conocida por muchos, pero, por otro lado, no se esperaba un pinchazo tan repentino y abrupto de la misma.

Tras varios años de caída, los pasos a seguir tienen que ir en la dirección de una reactivación paulatina de la construcción en general, tanto pública como privada, y acentuando, respecto al pasado, otros terrenos como la intervención sobre lo construido y sobre el espacio público, territorios estos en los que se necesitan intervenciones urgentes y prioritarias, en gran medida para subsanar los desmanes que la especulación ha producido.

¿Considera que los Colegios de Arquitectura y el CSCAE, como máximo órgano responsable, realizan las acciones adecuadas para favorecer el desarrollo de la profesión? ¿Qué más les pediría?

J. I. L.: Creemos que los colegios han perdido mucho protagonismo respecto al que tenían en otros tiempos, en los que su autoridad era manifiesta, tanto en regulación de tarifas, como en el control de los concursos. Con la excusa de que promovían el corporativismo, y haciendo alusión a la Unión Europea, a la competencia etc., se ha vaciado a estas instituciones de parte del contenido y nos parece que va a ser muy difícil que recuperen el protagonismo perdido. La situación sorprende cuando en Francia, corazón de Europa, los colegios y gremios de arquitectos no han dejado de defender unas ciertas cuotas o tarifas frente a la Administración, que han hecho posible el mantener la profesión de una forma mucho más digna.

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