En circunstancias normales, la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (CTE) y su Documento Básico DB-HE ‘Ahorro de energía’, así como el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), deberían haber servido para potenciar un mercado como el del aislamiento térmico. No sólo se trata de la fijación de unas medidas obligatorias mínimas para garantizar la menor pérdida de energía en las viviendas, sino que también representa una oportunidad única de hacer más conscientes a prescriptores y usuarios finales de la relevancia de un adecuado acondicionamiento térmico de los hogares.
Sin embargo, el complejo panorama económico en el que nos encontramos ha lastrado todos los oficios relacionados con la construcción. “El mercado del aislamiento está muy ligado a la edificación, por lo que la situación actual es muy mala en términos generales. Hay pocas promociones de viviendas en curso y esto afecta muy negativamente a todos los fabricantes de productos para la construcción y, entre ellos, lógicamente, al aislamiento. Por otra parte, se están visando pocos proyectos, por lo que el futuro es incierto. Por último, las empresas deben enfrentarse a problemas de liquidez y falta de crédito y a la lacra de la morosidad, que en nuestro sector se estima en 223 días de media,algo insostenible para las empresas”, se indica desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes (ANDIMAT).
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