Uno de los primeros recuerdos acerca de arquitectura, aún lejos de pensar que podría ser mi profesión, es un proyecto de Frank Lloyd Wright: la Residencia Kauffmann. Recuerdo el impacto de las fotografías de esas terrazas sobre la cascada, las formas tan diferentes, flotando sin nada que soporte los paralelepípedos blancos, con las paredes de piedra que forman parte del bosque…
también recuerdo con mucha intensidad la lectura de “Saber ver la arquitectura”, de Bruno Zevi, que me introdujo en el mundo de la historia de la arquitectura y que cambio mi forma de verla, más allá de los dibujos, me hizo descubrir que es el espacio el objeto de trabajo del arquitecto.
Desde ese momento, aun no estando en la Facultad, me convertí en un consumidor, sin criterio, pero con pasión, de revistas de arquitectura: Architecture d’aujourd’hui, Blueprint, Carre Bleu, Casabella, Arquitecturas Bis…
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ToggleDescubriendo los clásicos en la facultad
Ya en la facultad, el descubrimiento de los clásicos fue más ordenado, pero más allá de Le Corbusier, Aalto, Mies o Wright, que ya conocía, la universidad me permitió descubrir nuevas arquitecturas que me han acompañado durante mucho tiempo: Van Eyck, Scharoun, Hertzberger… y especialmente Coderch, del cual aún conservo la monografía de tapas azules de Enric Soria editada por Blume.
La casa Ugalde sigue siendo un referente de como la arquitectura y el paisaje deben integrarse, con una organización de la planta y la sección que propicia la comunicación fluida entre interior y exterior.
Los años de la facultad fueron el inicio de los viajes de arquitectura, algo que no he dejado de hacer: cualquier viaje tiene en la agenda, para pesar de mi familia, numerosas visitas arquitectónicas.
El edificio que inspiró a Albert Vitaller
Si tengo que destacar algún edificio que me haya marcado, me viene a la memoria la visita a la Biblioteca Estatal de Berlín y a la Filarmónica, ambas de Hans Scharoun, por los espacios fluidos y orgánicos, tan diferentes de lo que había visto.
También me marco años más tarde la visita al Kunsthal en Rotterdamm, de Rem Koolhas, un edificio que supuso una experiencia espacial diferente a las vividas hasta entonces, una secuencia de espacios contradictorios que sin embargo forman una espiral continua. La variedad de formas geométricas y espacios interconectados generan un flujo dinámico para los visitantes, con espacios se entrelazan y se conectan de manera fluida, lo que permite una experiencia espacial interesante y en constante cambio mientras los visitantes se desplazan por el edificio.
Pero también quiero poner el foco en aquellos arquitectos con los que he convivido y que son los que más directamente han influido en mi manera de entender la arquitectura como también la profesión.
La inspiración de arquitectos contemporáneos
Justo al finalizar los estudios tuve la suerte de poder colaborar durante más de 10 años con Albert de Pineda, de quien aprendí que la arquitectura sanitaria nos permite como arquitectos abordar la arquitectura desde la escala de la ciudad hasta el diseño de detalle que mejore la experiencia del paciente.
También tuve la suerte de colaborar con Manuel Brullet en la construcción de varios edificios; la intensidad y la exigencia con que vive todas las escalas de los edificios son un valor que me acompaña en todo momento.
Años más tarde he tenido la posibilidad de compartir proyectos con Ramón Sanabria, uno de los arquitectos de referencia en mi época de estudiante y con el que he podido seguir aprendiendo y disfrutando de lo apasionante que es nuestra profesión.
En resumen, la profesión de arquitecto la vivo como un viaje continuo de exploración, crecimiento y contribución positiva en la sociedad, en una búsqueda constante de la excelencia y la innovación en el diseño y la construcción del entorno construido