Arquitectura y moda siempre han tenido una atracción muy poderosa y estrecha. Con el paso de los años, esta relación de retroalimentación se ha visto afianzada, yendo poco a poco a más, remarcando las similitudes existentes entre ambas.
Son dos disciplinas que parten de una idea y utilizan un proceso semejante en el desarrollo del proyecto, primero llevar a cabo un boceto, tener presente unas medidas concretas e ir jugando con volúmenes y vacíos, proporciones, trabajando con escala y geometría, textura, color y ornamentación y ambos cada vez utilizan más las tecnologías. Asimismo, en ambas artes se da importancia a los colores y hacen uso de diferentes materiales, haciendo que los proyectos acaparen toda la atención visual. En resumen, en ambos casos se va a buscar jugar con las formas creando belleza siempre y ante todo, sin sacrificar la funcionalidad.
Como ya definió adecuadamente Coco Chanel, con una de sus frases más acertadas; “la moda es arquitectura, es una cuestión de proporciones”.
Con esta semejanza en ambas vertientes no es de extrañar que muchos diseñadores reconocidos de moda internacionalmente vengan del mundo de la arquitectura, como Josep Font, que estudió Arquitectura y Moda y Patronaje. Paco Rabanne también fue estudiante de Arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, al igual que Gianni Versace, Tom Ford, Balmain, Cardin… quienes estuvieron inmersos en esta disciplina adquiriendo sus conocimientos para posteriormente poder trasladarlo al mundo de la moda.
Pero sin duda, al que se reconoce mundialmente como “el arquitecto de la Alta Costura” es a Cristóbal Balenciaga, apelativo con el que fue bautizado por su compañero de profesión Hubert de Givenchy, gracias a la técnica y perfección que desprendían los patrones de sus increíbles diseños. Esta simbiosis con la arquitectura es reconocible, especialmente en las mangas y cortes precisos y costuras invisibles de sus creaciones. En su momento, ya fue el propio Balenciaga quien especificó cuáles deberían ser las cualidades de un diseñador de moda; “un modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para las formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida”. Siendo él el contenedor de todas esas cualidades.
Otra figura destacable es Pablo Rabanne, quien ingresó en 1952 en el Taller de Arquitectura Auguste Perret, donde tal y como ha expuesto él en numerosas ocasiones; “allí estudié arquitectura durante 10 años. Pero, al mismo tiempo, ya dibujaba muchos objetos, complementos de moda. Durante mis estudios de arquitectura aprendí el dibujo, la perspectiva, el rigor, el manejo de los volúmenes; y mi madre, que era oficiala de costura en Balenciaga, me enseñaba como construir una prenda de vestir sólo mirándola. Así pasé de la arquitectura a la moda haciendo una síntesis de ambas”.
Con esta formación, sus vestidos se convirtiendo en un hito gracias a su materialidad y el modo constructivo, donde la experimentación era lo principal.
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ToggleEdificios de inspiración para la moda
Y esta es una relación que ha ido avanzando y cogiendo fuerza a lo largo de los años. De este modo, ciertos edificios más reconocidos a nivel mundial, han servido y sirven como inspiración en el diseño de nuevos patrones, como ocurre, por ejemplo, en los vestidos de novia de la colección Primavera 2010 Ready-to-Wear de Viktor & Rolf, donde aparecían referencias arquitectónicas a obras tan prestigiosas como la Opera de Sydney de Jorn Utzon.
Otro ejemplo, es Issey Miyake y su diseño de la moda papirofléxica, íntimamente unida con la arquitectura, donde sus vestidos de líneas geométricas que siguen la misma precisión matemática que los planos de un arquitecto.
Y quién no recuerda los sorprendentes estilismos que lucía Lady Gaga, obra de Hussein Chalayan, quien se inspiraba en las obras de grandes personalidades del sector de la arquitectura como Jean Nouvel o Zaha Hadid.
Esto son sólo algunos nombres, a los que se suman el de algunos arquitectos que hicieron su incursión en esta disciplina, ya que esto es un camino de doble sentido, de modo que arquitectos como Zaha Hadid, Frank Gehry y Philip Beesley pusieron su granito de arena y han diseñado zapatos, bolsos, joyas y además de colaborar en colecciones completas.
Arquitectos que fueron diseñadores
Zaha Hadid, fue la encargada de diseñar cinco anillos y tres brazaletes, inspirados en sus propias torres diseñadas en China, para la firma Georg Jensen, que mostraban la idea arquitectónica de Hadid en formas de piezas estriada. Asimismo, para la marca de calzado Melissa incluyó el espíritu de un edificio en un zapato de plástico, llevando a cabo un diseño futurista adaptable a la forma del pie, fusionando cuerpo y calzado.
Pero esta incursión en el mundo de la moda no es de los últimos años, sino que viene de lejos, por ejemplo, figuras como Frank Lloyd Wright, Otto Wagner o Henry Van de Velde, llevaron a cabo diseños para sus mujeres, en una época en la que arquitectura y moda estaban altamente vinculados. Del mismo modo, la moda embaucó a Ray Eames, quien creó textiles y ropa tanto para ella como para su marido, al igual que uniformes para miembros del personal del Pabellón IBM durante la Feria Mundial de Nueva York de 1964. Y así infinidad de nombres.
De igual modo, este vínculo entre moda y arquitectura se puede observar también en los diseños de las tiendas físicas de las grandes marcas, quienes han contado con los arquitectos más destacados para llevar a cabo sus espacios. Como, por ejemplo, la longeva relación de Prada y Koollhaas con una relación de casi veinte años en la que se han materializado proyectos de gran importancia, en Nueva York o en Milán, con su sede. Otro vínculo casi inseparable es la del arquitecto Javier Carvajal quien fue de los pioneros en establecer una de las más prósperas relaciones entre arquitectura y moda. Diseñando para Loewe trascendió más allá del diseño de las propias tiendas, con un planteamiento que provocó una nueva identidad de marca, que iba ligada a la artesanía y buen hacer de la casa. Igualmente, destacar el edificio de Dior encargado a Christian de Portzamparc en Seoul o el mítico Pabellón de Arte Móvil de Zaha Hadid para Chanel.
En definitiva, dos mundos tan distintos como iguales que persiguen un mismo objetivo la funcionalidad a través de la belleza. Dos ideas que se intercambian, que buscan conectarse e inspirarse, traspasando lo que, convencionalmente, le pertenecía a la otra disciplina.