Más allá de la llamativa fachada del Museo, trasfondo de spots publicitarios, imágenes de bodas y ensayo de miles de turistas para sacar una fotografía, se esconde uno de los mejores museos del mundo, aún siendo el único sin sala permanente. La arquitectura de Mansilla y Tuñón es actual, vanguardista y provocadora, aunque responsable con el pasado de la ciudad, ya que el proyecto aboga por una conversación silenciosa entre el MUSAC y la Catedral, una relación en la que ambos edificios, con 800 años de diferencia de edad, están obligados a entenderse en beneficio de los habitantes de León, contribuyendo a la extensión del arte y cultura leoneses, ocupando un espacio donde hasta el vacío se reconoce como arte. Más aún, el MUSAC convive con la idea optimista con la que los agrimensores romanos, especialistas en medir la superficie de los terrenos y realizar los planos, desplegaron el campamento de la Legio VIII, dando origen a la ciudad sobre el paisaje, con la misma idea con la que el museo oculta en su estructura la memoria histórica de la base social. Por ello, la simbiosis entre el Museo de Arte Contemporáneo de León y la Catedral va más allá de la relación entre la fachada del primero y la vidriera de la segunda. Es un lugar donde todo tiene respuesta, al oeste de la ciudad, atendiendo las necesidades de expresión individual y colectiva de León en el panorama internacional, una ciudad que se proyecta, manteniendo su historia, hacia el futuro.
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