Neuroarquitectura, una nueva corriente para una vida mejor

¿Sabes cuánto tiempo se pasa dentro de edificios a lo largo del día a día? Sin duda, la respuesta te sorprenderá, pues según datos de la OMS, cerca del 80-90% del tiempo que estamos despiertos estamos dentro de un edificio. Por esta razón, es importantísimo que estos espacios se diseñen pensando en la salud emocional y física. Teniendo presente esto ha surgido una nueva rama denominada neuroarquitectura que investiga cómo debe ser una escuela, un hospital, una vivienda… para que quien las habite se sienta bien.

Esta rama de la arquitectura se trabaja junto a científicos buscando entender de qué manera el entorno que nos rodea y vivimos influye en nuestras emociones, en qué sentimos, nuestro estado de ánimo y la manera en qué nos comportamos.

¿Qué es la neuroarquitectura?

A través de la neuroarquitectura se busca conseguir espacios que conecten más con las personas, intentando que su experiencia sea placentera y relajada. Un interés por parte de los arquitectos que viene de siglos atrás, pero que su creación como concepto clave es relativamente nuevo y desconocido.

Uno de los primeros que se dio cuenta de la importancia y el efecto que tenía la unión entre la arquitectura y la neurociencia fue el virólogo Jonas Salk, quien desarrolló una de las vacunas contra la poliomelitis. A mediados de 1950, estando encerrado en su laboratorio, en un sótano con poca luz, se quedó estancado en su investigación, por esta razón decidió pasar un tiempo fuera de la oficina, por lo que viajó a Italia, donde se alojó en un monasterio del siglo XIII. Esta construcción le impactó y conmovió tanto que le hizo cambiar su espíritu emocional, de manera que le permitió concebir una manera de conseguir su vacuna de una forma distinta a como lo estaba llevando a cabo.

En cuanto regresó a Estado Unidos, con la solución para crear la primera vacuna segura y efectiva contra la poliomelitis bajo el brazo, decidió que era necesario construir un nuevo instituto de investigación que aplicara conceptos que inspiraran el conocimiento y la mente. En ese momento contactó con el arquitecto Louis Kahn para construir, en 1960 el Instituto Salk, considerado un referente de la neuroarquitectura.

Desde ese momento, se comenzaron a desarrollar diversos estudios de neuroarquitectura en todas partes del mundo, acompañados por estudios y descubrimientos que demostraban los avances que esta rama proporcionaba al bienestar de los seres humanos. Por ejemplo, el arquitecto Roger Ulrich, demostró tras 8 años de investigación en la década de 1980, que contar con una hermosa vista en la habitación de un hospital permite acelerar la recuperación de un paciente tras una cirugía.

Aspectos clave que tener en cuenta en la neuroarquitectura

En este sentido, existen ciertos aspectos claves para configurar los espacios que logren que la mente de los usuarios que habitan se encuentre más relajada:

Iluminación: sin duda la luz natural favorece la concentración y genera un ambiente más amable que la artificial, pues este tipo de luz obliga a nuestro cerebro a esforzarse más a la hora de realizar una tarea, lo que incide negativamente en la productividad. Además, nos acerca al espacio exterior.

Zonas verdes: sentirnos encerrados no genera estrés y hace que disminuya nuestra productividad. Estar en contacto con las zonas verdes hace que abramos nuestra mente, aumentando la concentración y favoreciendo la calma. Por esta razón, y como descubrió Roger Ulrich contar con vistas al exterior mejoran el ánimo de los habitantes o trabajadores.

Techos: existen estudios que indican que la altura de los techos también influye en la concentración…, ayudan a tareas más creativas.

Colores: influyen y condicionan el estado de ánimo y la creatividad de las personas. Por ejemplo, los colores cercanos a la naturaleza, como los verdes o azules, reducen el estrés, aumenta la sensación de confort y dan la sensación de un edificio más saludable. Por otro lado, tonos como el rojo captan la atención del receptor.

Elementos arquitectónicos: espacios rectangulares se entienden como menos agobiantes que los cuadrados, los cuales provocan mayor sensación de estar encerrados. Los ángulos excesivamente marcados favorecen la aparición de estrés, sin embargo, las curvas o contornos suaves nos dan mayor seguridad y comodidad.

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