Notre-Dame: El renacimiento de un icono

Notre-Dame de París

Aunque ya han pasado 5 años, parece que fue ayer cuando la tarde del 15 de abril de 2019, el mundo entero observamos, horrorizados, cómo las llamas envolvían la catedral de Notre-Dame de París. La icónica aguja diseñada por Eugène Viollet-le-Duc se desplomaba, mientras la estructura gótica de más de 850 años quedaba gravemente dañada.

Una tragedia, que conmocionó a miles de personas, también dio paso a un esfuerzo sin precedentes para devolver a la vida uno de los monumentos más queridos del planeta. Ahora, tras más de cinco años de arduo trabajo, Notre-Dame, por fin ha renacido de sus cenizas.

Una restauración basada en la autenticidad

Pasado el shock inicial y una vez controlado el incendio, los equipos se encontraron con una estructura debilitada al borde del colapso. Los arbotantes, pilares fundamentales del diseño gótico, mostraban fisuras preocupantes, y las bóvedas habían sufrido el impacto de la caída de la aguja y el techo. Antes de pensar en reconstruir, era necesario estabilizar.

Así pues, en los primeros meses, se dio paso a la instalación de andamios gigantes y redes para proteger la estructura y recoger los escombros. Cada piedra y fragmento de madera se catalogó minuciosamente, mientras se construía un techo temporal para proteger el interior de la lluvia y el viento. A la vez se comenzó una intensa labor de documentación, de modo que se utilizaron escáneres láser 3D para crear un modelo digital detallado de la catedral, que serviría como base para los trabajos de reconstrucción.

La reconstrucción de Notre-Dame implicaba una cuidadosa combinación de métodos tradicionales e innovaciones modernas, con un objetivo claro desde: preservar la autenticidad histórica.

En este sentido, uno de los puntos icónicos destruidos y que era símbolo de París, era la aguja de Viollet-le-Duc, una obra maestra del siglo XIX. Para su reconstrucción, se seleccionaron cuidadosamente robles centenarios de bosques franceses, siguiendo los mismos criterios utilizados en su construcción original. Cada pieza se talló por artesanos especializados en carpintería medieval, asegurando que cada detalle respetara el diseño original.

Innovación para proteger el futuro

De este modo, la nueva aguja, coronada con una cruz dorada, vuelve a elevarse a 96 metros, recuperando el perfil característico de Notre-Dame en el horizonte parisino.

Por otro lado, las bóvedas interiores, dañadas por el colapso del techo, presentaron desafíos técnicos significativos. De este modo, los artesanos reconstruyeron secciones con piedras originales siempre que fue posible, utilizando mortero tradicional, mientras que para el techo, se emplearon técnicas medievales junto con refuerzos modernos, como anclajes de titanio que aumentan la resistencia estructural sin comprometer la estética histórica.

Por otro lado, los rosetones resultaron milagrosamente intactos, por lo que fueron desmontados pieza por pieza para su limpieza y restauración. En cuanto al gran órgano, una de las joyas de la catedral, se desmontaron y limpiaron sus más de 8.000 tubos, afectados por el hollín y la humedad. Después de un proceso de restauración meticuloso, el órgano ha vuelto a llenar el espacio con su majestuoso sonido.

Monumental esfuerzo de reconstrucción

Se ha tratado de un monumental esfuerzo de reconstrucción, que ha sido liderado por Philippe Villeneuve, arquitecto jefe de Monumentos Históricos de Francia, quien asumió la responsabilidad de devolver a Notre-Dame su autenticidad y esplendor. Junto a él, Rémi Fromont y Caroline Desnoëttes, también arquitectos especializados en patrimonio histórico, desempeñaron roles cruciales en la planificación y supervisión del proyecto. Su labor consistió en equilibrar el respeto por la tradición con la necesidad de integrar tecnologías modernas que garantizaran la seguridad y durabilidad de la catedral para las generaciones futuras.

De esta manera, a pesar de que la restauración ha sido fiel al pasado, se introdujeron innovaciones para proteger a Notre-Dame de futuros desastres. Se instalaron sistemas de detección de incendios de última generación, capaces de identificar cambios mínimos en la temperatura y el humo. Además, el diseño del techo incorpora una gestión mejorada del agua para prevenir filtraciones y daños por el clima.

Igualmente, el compromiso con la sostenibilidad también fue clave, de modo que los materiales empleados en refuerzos y restauraciones se seleccionaron no solo por su autenticidad, sino también por su durabilidad, garantizando que Notre-Dame esté preparada para resistir el paso del tiempo.

Hoy, Notre-Dame renace para inspirar, proteger y contar una historia que trasciende generaciones.

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