El poema fue escrito un año después de publicar Ortega Meditaciones del Quijote (1914), y recién publicada la “Meditación del Escorial” (abril de 1915). Machado le llama al pensador “arquitecto”, que construye con sus meditaciones “otro Escorial sombrío”. La nueva arquitectura debe ser un conjuro para que el espíritu de Felipe II se revuelva en su sepultura y bendiga a los descendientes de Lutero, los herejes en cuya persecución puso el rey todo su empeño.
La primera imagen es la de la coronación del joven pensador con laurel y yedra, por ser el amado de la Sabiduría. La palabra “filosofía” significa amor al saber, y por ese amor el joven Ortega es filósofo, pero es además, el amado por la sabiduría: el “sofófilo”. En Meditaciones del Quijote se había llamado a sí mismo “un profesor de filosofía in partibus infidelium”. Esta expresión latina se aplicaba a los obispos auxiliares, a los que asignaban una sede de antiguos territorios cristianos que luego fueron conquistados por los musulmanes, y por tanto no podían tener un obispo residente. Por eso un auxiliar de Toledo podía ser obispo de Emesa o de Laodicea, que estaban en tierra de infieles. Para el joven Ortega. España era tierra de infieles con respecto a la filosofía.
En el poema de Machado, la palabra “arquitecto” condensa los rasgos característicos de la filosofía orteguiana. En un aspecto externo, Ortega vivió durante el curso 1914-1915 en El Escorial, casa de los oficios, n. 2. La “Meditación preliminar” de Meditaciones del Quijote es un conjunto de pensamientos que le salieron al encuentro “Una de estas tardes de la fugaz primavera en La Herrería”, y el austero monasterio-palacio le inspiró la “Meditación del Escorial” (1915), que era para él un símbolo del quijotismo español. En términos kantianos, llamó al edificio “Tratado del esfuerzo puro”: un esfuerzo como las hazañas de don Quijote, no dirigido por un proyecto inteligente y práctico.