Uno de los principales valores de la nueva torre es su excepcional ubicación, al estar situada en el origen de la Diagonal, la principal avenida de Barcelona. Su emplazamiento la convierte en un elemento muy visible, tanto desde la ciudad como desde la costa, al encontrarse en la frontera entre la ciudad consolidada y las grandes áreas de espacio público de la zona Fórum. Al igual, su entorno inmediato está formado por edificios aislados en un contexto de escalas y usos diversos que constituyen a la vez un polo metropolitano y un entorno local aún formándose. Han existido dos principales desafíos que se han debido superar para construir la torre. Por un lado ha sido el del tiempo de ejecución -es cada vez más habitual que edificios de este tipo se deban levantar en tiempos muy cortos, utilizando dos y tres turnos de trabajo por día-. Y por otro, el marco presupuestario, muy contenido y controlado, que añade un plus de complejidad de gestión y limita la toma de decisiones. En realidad, se trata de una torre corporativa low-cost comparada con el estándar de este tipo de edificios, con un buen resultado final, demostrando así que no por disponer de mayor presupuesto se consigue automáticamente una mejor arquitectura. El proyecto, tomando las directrices urbanas que forman el perímetro del solar, se presenta a la ciudad como un prisma trapezoidal -una forma neta y serena, ligera y de vidrios blanquecinos- que por transparencia deja ver unos volúmenes dinámicos y variados que responden a las diferentes especificidades del programa interior.
El programa tiene una parte pública importante, que la relaciona con los flujos urbanos, situada en la planta baja, que se desarrolla en tres niveles interrelacionados, alrededor de un atrio de 30 metros de altura que sigue la pendiente de la Plaza Fórum adyacente. Esta continuidad física y visual, directa con la ciudad, hace posible que la torre participe de la actividad ciudadana y que los ciudadanos, a su vez, participen de la actividad del edificio y lo puedan disfrutar. Dentro de su volumen se sitúan cuatro puntos singulares que dinamizan el conjunto y generan una experiencia variada del interior, a pesar de tratarse de un programa relativamente convencional de edificio corporativo: el atrio del vestíbulo principal, orientado hacia la Diagonal, un atrio en la planta 17 y que llega hasta la coronación del edificio, orientado hacia la costa del Maresme, la terraza y el doble espacio de la sala del consejo, situada en la planta 22, y la sala de actos, que ocupa dos plantas y que se desdobla en una platea y dos anfiteatros, que pueden ser independizados y funcionar autónomamente para grupos más pequeños.