Pero, nada más lejos de la realidad, esta vivienda, Wall House, transmite con su envolvente una preocupación por la ciudad, un pensamiento: «la mirada furtiva que todo lo juzga; las ventanas que son ojos y miran allá donde nadie quiere ser visto; las fachadas que se abren al mundo para mostrar solo realidades vacías y preconcebidas».
En este sentido, los arquitectos plantean Wall House, como una reflexión sobre la vida interior de una familia, un gran cascarón protector que todo lo contiene. Este cerramiento envuelve, fundamentalmente, cuatro patios que se desarrollan de manera tridimensional, permitiendo a sus habitantes disfrutar de una libertad infinita intramuros.
Estos patios se convierten en espacios de aire que penetran hasta las terrazas y estancias más íntimas. Gracias a esta distribución, y con ayuda de los patios interiores que permiten la ventilación adecuada, se realiza una vivienda, siguiendo los criterios de eficiencia y sostenibilidad adecuados, para favorecer el confort de los usuarios.
En el nivel más público una gran celosía que socava el volumen creando el espacio de acceso y bienvenida. Esta celosía encierra el salón de invitados rodeado de frondosos jardines y, en este mismo nivel, ajenos a la zona más pública, la familia comparte estancias privadas que disfrutan de sus propios oasis luminosos.