Así pues, el programa de la clínica ocupa la totalidad de la parcela, de tal manera que, desde la distancia, el edificio se percibe como un elemento monolítico, erigido tras elevados muros que construyen una fortaleza ante el vandalismo. De esta manera, los patios se tallan en el volumen, proporcionando luz natural a la totalidad de la clínica.
En relación a esto, el concepto tradicional de fachada que ofrece luz, vistas y ventilación queda invertido, siendo los patios proyectados hacia el interior desde el perímetro para generar una mayor privacidad. Las consultas se han visto empujadas hacia la fachada exterior ciega, y abiertas a los patios interiores donde se vuelca también el espacio común fluido. Una chapa metálica anodizada y perforada permite el paso de la iluminación necesaria y cierra la cara exterior de los patios, constituyendo el umbral entre el exterior y el interior.
Además, gracias a la colaboración directa con fabricantes y los procesos paramétricos con los que se generan superficies máximas, en función de espesores mínimos, y las geometrías adaptables para incorporar subestructuras eficientes, han fructificado en esta celosía contemporánea que conecta con la identidad cultural de los usuarios finales.
Por otro lado, una vez se accede a la clínica, un gran mosaico de cerámica de colores recibe al paciente. Esta gama de colores acompañará al visitante en su tránsito por la clínica, identificando mostradores de cada especialidad con distintos colores incluidos en el mosaico.