Con el fin de obtener este objetivo, se ha utilizado, como mecanismo arquitectónico, la creación de un volumen tensionado, un edificio abstracto, sólido, con un doble frente metálico a la calle principal de acceso y a la parte posterior en relación con los espacios ajardinados de las casas colindantes.
Se construyen ambos planos, pertenecientes a las dos fachadas, horadados de diferentes maneras. La fachada de acceso, orientada a Sur, será cerrada con unas pequeñas perforaciones, que se entenderán como «lucernarios verticales» y que suministrarán luz al interior de los espacios que sirven. Toda esta fachada estará construida con piezas de aluminio extrusionado. Con ello se genera un “plano vertical ingrávido” a caballo entre lo real, lo imaginario y lo simbólico.
“Como un ‘gran imán’ metálico nos atrapará y transportará, con un provocado poder de seducción, hacia el interior de la nueva institución, creando a la vez curiosidad, ansiedad y placer al visitarla”, describen los arquitectos.